Ha trascendido que Azerbaiyán y Turquía han llevado al conflicto con Armenia a terroristas sirios, a los que se les paga 2 mil dólares por combatir a los armenios y se les da un premio de 100 dólares por cada armenio que degüellen
Alejandro Gutiérrez Balboa/Columnista
Para muchos países débiles, la ausencia de justicia internacional, provocada por la inutilidad o ineficiencia de los organismos internacionales encargados de aplicarla, es sencillamente de lo más frustrante. Ésa es la sensación que vive Armenia, agredida militarmente por sus vecinos Azerbaiyán y Turquía.
Se supone que el Consejo de Seguridad de la ONU tiene como su razón de ser el mantener la paz y la seguridad internacionales. También se supone que todos los países miembros de la ONU tienen la obligación de aceptar y cumplir las determinaciones del Consejo de Seguridad. Y también se supone que tanto el organismo de derechos humanos de la ONU como la Corte Penal Internacional velan porque los países se vean libres de crímenes contra la humanidad.
Ha trascendido que Azerbaiyán y Turquía han llevado al conflicto con Armenia a terroristas sirios, a los que se les paga 2 mil dólares por combatir a los armenios y se les da un premio de 100 dólares por cada armenio que degüellen. Un mercenario sirio detenido por Armenia ha declarado lo anterior. Ni la ONU ni la Corte de La Haya han dicho absolutamente nada.
En días pasados, Azerbaiyán utilizó fósforo blanco (arma prohibida) para incendiar bosques del terreno que se disputan ambas naciones, con el objeto de atacar la infantería armenia y la población civil que se ha ocultado ahí. Las imágenes del ataque le dieron la vuelta al mundo y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas sólo ha guardado silencio.
Han sido grabados numerosos casos de tortura y asesinato de prisioneros armenios por parte de las fuerzas azeríes sin que haya una sola declaración de condena. Hay innumerables casos de ataques a la población civil, que han causado muertos y heridos, sin que pase absolutamente nada.
Turquía es responsable del genocidio armenio de 1915 a 1923 que causó la muerte de más de 2 millones de personas y el éxodo de millones de armenios por todo el mundo. Y Turquía sigue negando su responsabilidad. Hoy contemplamos una nueva etapa de la vieja lucha de los turcos por eliminar este pueblo y a las autoridades responsables de evitarlo mirar a otro lado.