No se ha trabajado puntualmente para sistematizar los proyectos de obra pública con perspectiva de género, que, junto con la accesibilidad universal, son criterios que deben ir implícitos en toda obra o proyecto
Raúl D. Lorea/Columnista
@ArqLorea
En agosto de este año, el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, junto con la Ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, la titular de Agua y Saneamiento de Argentina y el Ministro de Obras Públicas presentaron dos grandes proyectos de Obra Pública para la construcción de Centros de Integrales para la Mujer.
Llamaron mi atención dos puntos de la noticia:
El primero es que existe un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad (los Ministerios son equivalentes a las Secretarías del Estado Mexicano o Institutos Nacionales).
El segundo punto, el titular del Ministerio de Obras Públicas enunció, que el gobierno debe ser parte del estrechamiento de la brecha de género, por lo que trabajará en un Manual para la Gestión de Obra Pública con Perspectiva de Género, que incluirá recomendaciones y buenas prácticas para los gobiernos provinciales, municipales y contratistas.
Podría tratarse de la primera ocasión en que la obra pública será concebida institucionalmente con perspectiva de género en América Latina.
Como referencia, en México contamos con el Instituto Nacional de las Mujeres y cada Estado tiene sus Instituciones dedicadas a la mujer.
Sin embargo, no se ha trabajado puntualmente para sistematizar los proyectos de obra pública con perspectiva de género, que, junto con la accesibilidad universal, son criterios que deben ir implícitos en toda obra o proyecto.
En Querétaro se han roto esquemas interesantes que podrían ser un engrane positivo para lograr obras con perspectiva de género: durante los últimos 6 años hemos visto a mujeres destacadas liderando Secretarías de obras públicas (tanto municipal como estatal), colegios de profesionistas (de arquitectos e ingenieros), cámaras empresariales (Coparmex) e incluso la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción. Sin olvidar, por supuesto, que llevamos dos legislaturas locales donde la presencia femenina ha sido destacada superando incluso el 50% de curules.
Lo anterior, es un indicador positivo de que en nuestro Estado contamos con las condiciones para que la perspectiva de género se institucionalice en los proyectos de obra pública ¿Quién mejor que esos liderazgos femeninos para propiciar ese cambio tan necesario?