Nuestra ciudad se enfrenta a condiciones cada vez más críticas de escasez de agua e inundaciones, ya que no contamos con suficientes áreas naturales de recarga e infraestructura pluvial adecuada que permita el manejo sustentable del recurso
Diana García Cejudo/, Arquitecta y Urbanista. Profesora de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro. dgarciace@tec.mx
De aquí al 2030, la ONU bajo los Objetivos de Desarrollo Sostenible establece que debemos garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. Sin embargo, reconoce que el reto no es menor, ya que la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y prevé que este porcentaje aumente. Aunado a estas condiciones, el crecimiento poblacional, el cambio climático, así como los patrones de consumo y estilo de vida incrementan cada vez más nuestra huella hídrica. Es decir, el agua que usamos, consumimos o contaminamos a diario.
Nuestra ciudad se enfrenta a condiciones cada vez más críticas de escasez de agua e inundaciones, ya que no contamos con suficientes áreas naturales de recarga e infraestructura pluvial adecuada que permita el manejo sustentable del recurso. Entonces, ¿el problema nos rebasó? En mi opinión, estamos en un punto crítico donde las respuestas no pueden ser sectoriales ni parciales. Necesitamos acciones desde diferentes frentes: una ley estatal del agua que regule manejo de este recurso, planeación que integre estrategias urbanas e hídricas donde se genere infraestructura verde y permita la regeneración, así como una gestión que parta de una visión de todos y para todos.
En esta visión, Querétaro recupera y reusa el agua pluvial, implementa la cosecha de agua en las viviendas, cuenta con jardines pluviales, mitiga las inundaciones mediante parques o plazas que permiten almacenar y filtrar el exceso de agua de lluvia, regenera los drenes que dan cabida a humedales y nuevos espacios de recarga. El ciclo se recupera poco a poco y sembramos una nueva cultura del agua.
Este futuro no es imposible, nos involucra a todos, necesita una cultura del agua, ciudadanos más activos y responsables, una gestión que transcienda niveles de gobierno hacia inversiones inteligentes así como una transformación de la ciudad que de cabida a la regeneración. No tenemos opción, tampoco tiempo y nos queda mucho por hacer.