Si hay los elementos suficientes basta con acudir al sistema de justicia. La consulta no es un reclamo popular, es un ofrecimiento de campaña, una maniobra del propio presidente con el fin de incidir en el ánimo de los electores
Arturo Cerda Díaz/Columnista
Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le quedó más que ser él mismo, en uso de sus facultades constitucionales, quien enviara a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través del Senado, la solicitud de consulta popular para enjuiciar a 5 expresidentes. La gente no se volcó a los centros de recepción de firmas que Morena instaló para cubrir el requisito legal de contar con el apoyo de al menos un millón 800 ciudadanos. Eso sería algo más del 1% de nuestra población actual.
López Obrador presume que el pueblo de México es de los más politizados del mundo, con un alto nivel de conocimiento de lo que ocurre en la vida del país. Si es así, a esa misma gente no le importó acudir de forma masiva a demandar el enjuiciamiento de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña. No creo es sea signo de que los ciudadanos piensen que esos personajes puedan estar libres de alguna culpa, pero quizás no quisieron ser parte de un espectáculo político-electoral.
Nadie estaría por dar impunidad a quien haya cometido un delito. Si hay los elementos suficientes basta con acudir al sistema de justicia. La consulta no es un reclamo popular, es un ofrecimiento de campaña, una maniobra del propio presidente con el fin de incidir en el ánimo de los electores.
Será sólo cuestión de semanas para que la Suprema Corte se pronuncie sobre la consulta. La presión parece ser mucha. El presidente López Obrador dijo que ya no son los tiempos de antes y que los ministros pueden ser arrogantes al ejercer su libertad para tomar una decisión. Al momento de expresar lo anterior en sui conferencia de prensa de este jueves lo hizo mientras esbozaba una sonrisa. ¿Qué significaría esa actitud?
Con todo respeto, para el presidente no hay y aparentemente no habrá más tema de aquí a las votaciones que insistir en el pasado para evitar el presente y sus consecuencias a futuro. Su preocupación no es la crisis económica, la crisis sanitaria, la crisis de seguridad, que son los asuntos del presente que deberían tener toda su atención.