No falta el amigo o familiar que ha pasado por una mala experiencia legal, pues hay a quienes les han cobrado los honorarios y el abogado desapareció
Antonio Vera/Columnista
Una de las profesiones con mala reputación en México, es sin duda la del abogado.
No falta el amigo o familiar que ha pasado por una mala experiencia legal, pues hay a quienes les han cobrado los honorarios y el abogado desapareció.
El clásico cobro para las copias que ya se vuelve una renta mensual, los casos interminables de años y años sin ninguna solución.
En general yo los llamaría fraudes, porque no se pueden llamar de otra manera, ya que resulta que cuando un buen abogado retoma estos casos, por arte de magia se solucionan y, en muchos casos, a la mitad de precio de lo que ya se llevaba gastado.
Es verdad que este tipo de fraudes también están ligados al desconocimiento legal que tiene la población y muchas veces terminan acudiendo, no con el mejor, sino con aquel que no les dirá lo que quieren escuchar y no la verdad, lo cual ya sabemos como terminará.
Recuerdo mucho a una persona que vivía en el lugar donde crecí. Todos en el fraccionamiento le decían “El Lic.”, pero en realidad no era abogado. Lo que hacía era pararse afuera de juzgados y estafar a la gente, supongo que gracias a estos personajes se suman puntos a esta mala reputación.
Para mi, es incorrecta esta mala imagen que se ha creado en torno a los abogados, ya que en lo personal conozco abogados de primera línea. De verdad profesionales con un alto apego a la ética y con valores intachables. Además son personas que viven preparándose día a día para ser los mejores en su área de práctica.
Otra cosa que puedo resaltar de los buenos abogados es que son excelentes personas, sencillos en su forma de ser, amables, cultos, buenos amigos y siempre dispuestos a ayudar. Y hablando de buenos abogados que siempre tienen disposición por ayudar, platiqué con la Lic. Patricia Ochoa Fregoso, socia de Equilibre Asesores y le pedí que, con el conocimiento del gremio y su experiencia profesional, me ayudará a entender los puntos medulares a revisar al momento de contratar a un abogado y me parece que la información que nos comparte vale oro.
Así que cuando consultes un abogado, sea un profesional independiente, un despacho, un bufete de servicio social, o cualquier otra institución que brinde asesoría jurídica, sea de pago o gratuito. No olvides seguir las recomendaciones generales (obvio existen excepciones), de lo que es importante saber para obtener un buen resultado, que, aunado a tu propio criterio, te podrán orientar.
- Si vas a resolver alguna duda respecto de un tema, es preferible que sea un experto en la especialidad que buscas. La confianza que tengas a algún conocido y la buena intención son importantes; sin embargo, no debe suplir el nivel de especialidad que se requiera.
- Al hacer la cita, infórmate sobre los honorarios que aplican. También menciona el tema que vas a tratar (contrato, litigio, mediación, despido, crear una sociedad, divorcio, negociación, conflicto vecinal, adopción, herencia, denuncia penal, etcétera). Pregunta si existe información, datos o documentos que debas llevar para que el abogado responda a la consulta. Así ahorrarás tiempo (quizá dinero) y se hará más eficiente el tiempo que estás dedicando a la consulta.
- Al acudir a la cita, es muy importante que tengas clara la función del asesor jurídico como un orientador y persona que te ilustra sobre opciones y consecuencias. Recuerda que la carga de la situación recae sobre tus hombros, tu bolsillo, tu tiempo, tu negocio, tu proyecto de vida; y, hay que mencionarlo, en ocasiones, también sobre tus emociones. Así que debes asegurarte que eres tú quien toma decisiones con la información suficiente que te proporciona el Abogado experto.
- Es obligación del Abogado responder de forma tal, que sus explicaciones sean comprensibles para cada cliente. Si esto no ocurre, deberás hacer todas las preguntas hasta que te quede suficientemente claro. No hay preguntas tontas, resuelve todas tus dudas, pues las consecuencias de no hacerlo, suelen ser más desafortunadas.
- Debes ser honesto con el abogado y no ocultar información, haciéndole saber lo que buscas resolver o lo que quieres lograr o evitar.
- Pídele que te informe sobre las opciones que existen, tanto legales como prácticas. Puede ser que existan “muchos caminos para llegar a Roma”. Importantísimo saber, siguiendo la “Cultura de la Paz”, si tu asunto es mediable, arbitrable o negociable.
- Aunque algunas rutas tengan riesgos implícitos, que te haga saber algún plan de mitigación, así como: los costos que implican (económicos, legales o emocionales), los gastos que habrá que considerar y el tiempo estimado (mínimo y máximo probable) que pudiera tardar en resolverse. Así, tendrás la oportunidad de tomar decisiones informadas y asumir o no los riesgos que consideres convenientes.
- Mientras se van aclarando las dudas, ve tomando nota y escribe de la forma más precisa o literal posible lo que el Abogado respondió. Anota el día y la hora de cada conversación y su contenido. Esto ayudará a minimizar los malentendidos y también para aclarar dudas posteriores.
- Si optas por una segunda opinión, las notas que hayas tomado te servirán, pues hay temas legales que se nombran de cierta forma y decir algo “más o menos” parecido puede confundir, porque pudiera ser distinto, opuesto o no tener ningún sentido.
- Cuando ignoramos algo o todo de ciertos temas legales, es difícil que hagamos preguntas que exigen un cierto grado de conocimiento.
Aquí algunas formas de resolverlo:
(a) Guíate por tu instinto o sentido común para aclarar la información que recibes o para considerar algún supuesto que sea posible o muy probable que suceda y que quisieras conocer cómo se resolvería: “Qué pasaría si…”.
(b) Haz la “pregunta embudo”: ¿Algo más que yo deba saber, que pueda suceder, que vaya a ocurrir, que me recomiende o que deba conseguir, hacer o evitar?
(c) Pregunta al abogado si puedes contactarlo para aclarar alguna otra duda que te surja después y la forma que prefiere que lo hagas (llamada, WhatsApp, correo electrónico, etc.).