Estas auditorías operacionales tienen el objetivo de mejorar las condiciones urbanas para toda la ciudadanía que lo utiliza, desde el usuario más privilegiado hasta el más vulnerable
Claudio Sarmiento/Consejo Ciudadano de Urbanismo
Para quienes tenemos los recursos, capacidad y tiempo, la auditoría ciudadana es la mejor crítica que le podemos hacer a nuestras autoridades locales. Los ciudadanos no sólo tenemos el derecho de hacer uso del entorno construido de la ciudad, sino también el vigilar que estas grandes inversiones públicas saquen el mayor beneficio posible para el mayor número de ciudadanos.
Los ciudadanos hemos desarrollado diversas estrategias de evaluar el desempeño de los procesos, productos y operaciones de la infraestructura urbana. Cuando los ciudadanos exigimos mayor transparencia en la utilización de recursos públicos, un mayor involucramiento por los vecinos afectados, o el conocer el proyecto antes de su construcción, estamos ejerciendo una auditoría procesas de cómo se construye nuestra ciudad. En este espacio y desde nuestro Consejo hemos hablado sobre la importancia y la necesidad la participación ciudadana en estas etapas de una obra pública.
Estas auditorías tienen el objetivo de mejorar las condiciones urbanas para toda la ciudadanía que lo utiliza, desde el usuario más privilegiado hasta el más vulnerable.”
Pero los ciudadanos también podemos hacer notar las maneras en las que las calles, puentes y espacios públicos funcionan (o no) tiempo después de su construcción. Estas auditorías operacionales tienen el objetivo de mejorar las condiciones urbanas para toda la ciudadanía que lo utiliza, desde el usuario más privilegiado hasta el más vulnerable. Así, una auditoría peatonal evalúa qué tan confortable, seguro y eficiente es el caminar en la ciudad; las auditorías ciclistas buscan que se cumplan las mismas características cualitativas para andar en bicicleta, a través de rodadas; y las auditorías de accesibilidad son indispensables para garantizar que la ciudad sea transitable por adultos mayores, niños y personas con discapacidad.
Los mexicanos poco a poco hemos desarrollado una cultura de denuncia cívica en la ciudad. Las quejas ciudadanas que antes se hacían de viva voz (y que quizás caían en oídos sordos) ahora se registran – hasta con geolocalización, foto y video – en redes sociales y apps como Supercívicos, donde se comparten tanto a autoridades como al resto de la ciudadanía. Es hora de tomar estos reportajes ciudadanos como las observaciones valiosas que son: evidencias de las muchas oportunidades que hay para mejorar la ciudad.