El principal enemigo ideológico del actual Presidente, según su propio dicho, es el Neoliberalismo
Daniel González
El principal enemigo ideológico del actual Presidente, según su propio dicho, es el Neoliberalismo. Esa ideología político-económica tiene un conjunto de preceptos básicos a saber: desregulación del comercio y las finanzas; privatización de todos los servicios prestados por el Estado de bienestar; disminución en número y tamaño de las instituciones del Estado; reducción de impuestos; disolución de las fronteras internacionales para mercancías y capital; reducción del gasto social.
Esta ideología comenzó con lineamientos simples pero en su aplicación real evolucionó hasta convertirse en una compleja cosmovisión capitalista, muy parecida a la ley de la selva. En la versión mexicana el modelo trajo los resultados que ya todos conocemos.
Esos resultados son los que permitieron que el discurso anti-neoliberal de AMLO fuera tan bien acogido en campaña y durante lo que va de su gobierno. Para las bases del movimiento Lopezobradorista, todos los gobiernos neoliberales son la expresión máxima de la corrupción y la deshumanización.
Pero una cosa es declararse anti-neoliberal y otra cosa es actuar de manera congruente. AMLO se dice enemigo del neoliberalismo pero en sus acciones de gobierno no sigue lineamientos distintos al mismo. En lo que va de su gobierno, AMLO no ha impulsado cambios en el régimen nacional que sugieran que procurará que México regrese a ser un Estado de Bienestar, un País en el que el gobierno de ocupe de propiciar que todo individuo tenga los elementos básicos para el desarrollo vital digno.
No es posible identificar acciones de su gobierno que sumadas se consideren una estrategia real a favor de un modelo económico distinto. Por el contrario, hay muchas acciones de gobierno que resultan claramente neoliberales. Un ejemplo son sus reacciones antes las crisis económicas y financieras en México. En lugar de procurar la inversión pública para aligerar las mismas, su política de austeridad propicia el acendramiento de las crisis. Lo hizo antes de la pandemia de COVID19 y durante la misma.
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Incluso declarándose en contra del endeudamiento para realizar ese tipo de políticas, aunque después se haya tenido que desdecir y aceptar un crédito que no sabemos con certeza en que y como se invertirá. Presumir como un logro el respeto a la llamada disciplina fiscal, pagando puntualmente la deuda pública, es otro ejemplo.
Por otra parte, en lugar de procurar que toda la población reciba los satisfactores básicos, creando todas las estructuras necesarias, ha propuesto la desaparición de múltiples unidades administrativas del gobierno federal, de los poderes legislativo y judicial y de la mayoría de los organismos constitucionales autónomos.
Tampoco ha procurado una reforma fiscal que eleve los ingresos tributarios, que amplíe la base de contribuyentes o reduzca la evasión. En lo que respecta a la libertad de tránsito internacional de mercancías y capitales, ha manifestado que el T-MEC dará el impulso necesario a nuestra economía.
Lo cual es un absurdo, dado que los Estados Unidos se encuentran en una crisis política y económica profunda. De cualquier manera ésta es una apuesta netamente neoliberal. Finalmente, vemos que el gasto social, a pesar del uso de los programas respectivos para solidificar sus bases electorales, no será suficiente para reducir el rezago social, mucho menos para paliar la crisis económica en la que ya estamos inmersos.
Por otra parte, el Presidente ha manifestado que el crecimiento económico no es algo que le ocupe o preocupe. Incluso parece sugerir que la pobreza es la mejor condición para la dignidad humana. Igualmente, se manifiesta constantemente en contra de la clase dirigente como corruptos y corruptores, como abanderados de las políticas neoliberales.
Todo cual hace pensar que el Presidente no tiene claro en que consiste el neoliberalismo, no sabe cómo o no tiene los recursos suficientes para sustituirlo por un modelo humanista o, quizás, se trata de un demagogo que utiliza el discurso contrario como un simple recurso electorero.