Las apariciones de este tipo del Presidente se han convertido en un presunto ejercicio de rendición de cuentas en extremo desgastado
Arturo Cerda Díaz
Hace dos días el Presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su “informe de labores” con motivo de los dos años de su triunfo electoral. Fue una conmemoración porque en realidad hay poco que celebrar.
Para esta ocasión escogió hacerlo en el Recinto Parlamentario del Palacio Nacional. El sitio, que la Secretaría de Hacienda califica en su página web como un “majestuoso salón neoclásico”, forma parte del área museística del inmueble. Pero es una recreación, una escenografía. El original se perdió 1872 por un incendio.
En ese marco y sin quererlo, el discurso del presidente quedó casi como un montaje, el guion de una obra que describe a un país albergado en sus deseos e imaginación. El texto no estuvo libre de sus ya acostumbrados ataques a opositores, auto victimización, amagos a instituciones y justificaciones retroactivas.
Resulta lamentable y simbólico lo que pudo observase. Dadas las condiciones de sanidad que deben ser observadas, la asistencia fue es reducida, sólo colaboradores cercanos y su esposa, quienes ocuparon asientos bajo condiciones de oscuridad, como apagada es la actuación de su gabinete eclipsado por la figura del primer mandatario. Al frente, López Obrador solo. Al final del discurso, un único aplauso por inercia, por protocolo y compromiso, no arrancado por la emoción de las frases.
También fue llamativa la poca duración del informe, apenas 42 minutos, pocos para un hombre acostumbrado a hablar extensamente y más en medio de la contingencia sanitaria, la crisis económica, la violencia imparable (por más que él se niegue a ver la realidad).
Con todo respeto, las apariciones de este tipo del Presidente Andrés Manuel López Obrador se han convertido en un presunto ejercicio de rendición de cuentas en extremo desgastado, que poco aportan, que ya no generan mayor expectativa y, por tanto, pocas reacciones. La verdad es que ya ni siquiera resultó decepcionante.