El presidente anda perdido en el discurso dogmático ante una realidad que salpica en el cara del ciudadano de a pie
Redacción
El presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo una oportunidad histórica de hacer las cosas bien pero optó por gobernar para unos y descobijar a otros, incluso, agredió a muchos escudado en una bandera de honestidad y de apoyo a los sectores más vulnerables, sectores que le garantizan un “voto seguro”.
A dos años el presidente anda perdido en el discurso dogmático ante una realidad que salpica en el cara del ciudadano de a pie; la violencia no sólo sigue, sino que va a la alza, México enfrenta serios problemas económicos que venía arrastrando antes de la COVID-19 desempleo, crisis sanitaria, apoyo selectivo al empresariado, ataques a los sistemas de salud, a medios de comunicación, a quien piensa diferente al mandatario.
No son casuales las renuncias de cuatro mujeres de su gabinete en menos de quince días, tampoco las voces de mujeres que claman justicia por al menos 983 feminicidios en solo un año ante los oídos sordos de quien despacha en Palacio Nacional. Se cumplen dos años de insistir en polarizar a la gente.
Quedan muchos retos pendientes como el caso de Manuel Bartlett o el de Irma Eréndira Sandoval. Su discurso contra la corrupción debe aplicar realmente en casa. Reconocer que la promesa que realizó en 2017 de perdón y amnistía para los narcotraficantes fue un error, como lo fue el “culiacanazo”.
Pero sí hay buenas noticias, está a tiempo de recular, de crear un auténtico proyecto de nación incluyente. La gente aún cree en él y tiene la oportunidad de unir al pueblo, un pueblo que lo componen más de 125 millones de mexicanos y por el bien de este país, puede enderezar el timón.