En Colombia nos escandalizamos porque se matan toros de lidia en las plazas, pero no porque se mueren 4.000 o 5.000 niños o niñas de hambre al año
Pedro Jáuregui
Colombia difícilmente puede cristalizar el proceso de la paz que se firmó en el 2016, porque es un país bipolar y no por culpa de la pandemia de la COVID-19, sino por otros factores que ayudan a que sus habitantes pasen de un estado de extrema felicidad y energía a otro de depresión y depresión.
Según el estudio del Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz) en los cuatro años transcurridos desde la firma del Acuerdo han sido asesinados 200 de los desmovilizados firmantes del Acuerdo de Paz pertenecientes a la guerrilla de las Farc, que durante 50 años enfrentó al Gobierno en medio de una cruenta guerra.
El exgrupo armado se reunió con Michelle Bachelet, alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU”, porque la mayoría de los asesinatos se han registrado durante el actual mandato del presidente Iván Duque y señalaron la intención era evitar un “genocidio” de excombatientes, como en el pasado aconteció con la UP (Unión Patriótica), aniquilada en las décadas de 1980 y 1990.
Pero no todo para ahí, más de 100 líderes sociales y defensores de derechos humanos han sido asesinados en el presente año, algo que es atroz, pero que se ha vuelto normal con el paso de los días.
En Colombia nos escandalizamos porque se matan toros de lidia en las plazas, pero no porque se mueren 4.000 o 5.000 niños o niñas de hambre al año o violan igual número de niños y niñas y quienes lo hacen pueden salir de la cárcel sin haber pagado el castigo que se merecen y los políticos y sus subalternos se roban los recursos del Estado con destino a la educación, la vivienda, las vías y la salud. Eso sí es un crimen de marca mayor.Esa es la Colombia bipolar que llora porque se clasifica a un Mundial de Fútbol o salta de alegría por el triunfo de uno de sus tantos ciclistas estrellas, pero que tras descubrir que las promesas del gobierno de no cobrar la tasa del IVA en el segundo festivo de junio, se queda callada no obstante que se percató que los empresarios subieron el valor del producto, una semana antes.