Para lograr una rápida recuperación económica y reducir riesgos por nuevos brotes se deberá impulsar el consumo en pequeños comercios
José Urquiza Ruiz
Hace unos días atendí un programa televisivo en el que historiadores hacían una descripción sobre la Gran Tenochtitlán, con motivo de la conmemoración de los 500 años de la Conquista. En él, destacaban la importancia de los mercados para el desarrollo de la vida cotidiana el mundo prehispánico y cómo estos representaban el verdadero centro de sus actividades económicas y sociales. Como parte de nuestra herencia cultural, los mercados históricamente han tenido un gran significado en nuestra ideología de hacer ciudad, y aún representan importantísimos nodos de integración urbana. Pero poco a poco han sido desplazados por supermercados y tiendas de conveniencia debido a la influencia del modelo capitalista norteamericano que hemos adoptado por al menos medio siglo.
La nueva normalidad a la que tendremos que transitar después del COVID-19 modificará nuestros hábitos de movilidad y de consumo. Los expertos señalan que, para lograr una rápida recuperación económica y reducir riesgos por nuevos brotes de contagio, se deberá impulsar el consumo en pequeños comercios a nivel de barrio, promoviendo el transportarnos caminando o en bicicleta dentro de radios que no superen de 15 minutos de recorrido. Otra medida que actualmente se está promoviendo en este sentido es la producción de hortalizas y otros bienes como mermeladas caseras y artesanías. Destaca la panadería, la cual ha sido la actividad económica con mayor crecimiento durante la cuarentena.
Es aquí en donde recobran relevancia los mercados en la escala urbana, ya que es necesario brindar de espacios en donde dichos productos puedan comercializarse e incluso intercambiarse como ya sucede en algunas ciudades del mundo. Para ello, los tianguis o mercados ambulantes son un modelo ideal. Muchas veces las administraciones municipales inhiben este modelo de mercado debido a que son percibidos como sucios y desordenados. Pero con una correcta gestión, pueden ser implementados de tal manera que se regule la asignación de espacios; la separación y manejo de la basura; y el servicio de limpia de las calles donde éstos se ubiquen. Además, se pueden recaudar recursos para su sostenibilidad mediante el pago de derechos.
El plan Q500 cuenta, dentro de sus estrategias de ordenamiento territorial, el integrar una red urbana de equipamientos y espacios públicos, objetivo que puede lograrse mediante la regeneración de los mercados públicos y la implementación de un sistema de mercados itinerantes, siguiendo las mejores prácticas en cuanto a regulación, gestión y administración por parte de instancias municipales.
MT