Protestar es un derecho, pero las formas que recurren a la violencia son reprobables. Debe observarse la diferencia entre protesta y vandalismo
Arturo Cerda
En México, con preocupante facilidad, vamos de la ausencia de autoridad al exceso del uso de la fuerza pública.
Luego de las protestas en Estados Unidos por el asesinato de un afroamericano por parte de policías, hubo una movilización en Jalisco para reclamar por un caso similar en ese estado, incidente registrado un mes antes.
El reclamo en sí es legítimo, no hay discusión en ello y todos debemos sumarnos a la condena y exigencia de castigo a los responsables. Pero no hay justificación para generar violencia de forma deliberada, actos de barbarie que llegaron a grado homicida cuando un joven roció líquido flamable sobre un policía y le prendió fuego.
Luego vinieron los excesos policiales. Los elementos de seguridad, como en casi todo el país, no están debidamente preparados para enfrentar situaciones extremas, no logran detener sus impulsos de revancha y frustración por lo que arremeten contra una persona detenida y ya sometida.
En la Ciudad de México parece no haber remedio contra lo que llamo el “Síndrome del 68”. Es aquel que sufren autoridades por temor a ser tachadas de represoras, miedo que les impide ver o aceptar la diferencia entre protesta y vandalismo.
Es alarmante ver que inadaptados, cualquiera que sea su origen, tomen calles, destruyan propiedad pública y privada, roben, agredan ciudadanos, y la policía solo observa o de plano ni se aparece.
Me parece blando el argumento de que no quieren caer en provocaciones, que lo que los rijosos buscan es que repriman una expresión social amparada en la Constitución.
El derecho de uno termina donde empieza el de otro. El Estado tiene el monopolio del uso de la fuerza pública. La policía tiene la facultad de detener a cualquiera infraganti por la comisión de un delito. Todos son conceptos que también forman parte de nuestro marco legal.
Con todo respeto, si eso no es suficiente y de algo sirve, dejo en este texto las definiciones que contiene el Diccionario de la Real Academia de la Lengua sobre las dos actitudes que la policía puede valorar para definir su accionar frente a una movilización:
Protestar: Expresar, generalmente con vehemencia, su queja o disconformidad.
Vandalismo: Espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana.
MT