Recuerdo muy bien las anécdotas del Dr. Jorge Carpizo cuando recorríamos las calles de la ciudad de Mérida, Yucatán, a unos años de haberse creado la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; tenía una visión de doctrina. Trató de lograr -con su incuestionable experiencia académica- que, en cada lugar del país, se conocieran, adoptaran y aplicaran los principios rectores de la dignidad humana. A pesar de que, este organismo autónomo logró su total independencia de la Secretaría de Gobernación unos años después, se ha discutido profundamente sobre el lazo existente entre el presidente de la república y quienes encabezan esta comisión.
Como ustedes sabrán, en lo nacional y en lo local, este organismo se remite a la recomendación cuando tiene lugar una o varias violaciones a derechos humanos. Quienes tienen la responsabilidad de imponer sanciones con las observaciones de los órganos garantes de los derechos humanos, es el poder judicial. El valor de la CNDH y de las comisiones estatales, es trabajar en la prevención e identificación de áreas de oportunidad para generar políticas públicas e iniciativas de orden legislativo.
Procedimiento que buscan cambiar al agregar coercibilidad a las recomendaciones. En adhesión a lo que les comento, en días pasados, la ombudsperson, Rosario Piedra, expresó que buscará reformar el artículo 102 apartado B del texto constitucional federal para darle un giro a la estructura de la CNDH. Propone modificar el marco legal para considerar la creación de la: “procuraduría de los pobres”. Válgame dios. Salvo su mejor opinión, estimada o estimado lector, los derechos humanos no se limitan a situaciones de pobreza. Dichos escenarios pueden ocurrir en un centro penitenciario, por no acceder a servicios básicos, abusos de autoridad, y todo esto sucede con independencia de mi salario mensual.
Me parece discriminatorio que se hagan distinciones por una cuestión de clases sociales. Creo que el discurso político ha rebasado la cordura y deben ser cuidadosos con la conducción institucional. Ocupar un asiento en la administración implica una preparación, estudio y toma de decisiones con consciencia. Ni ricos ni pobres: personas.