Seth Pérez
El uso de palabras que describen la vida ordinaria en el mundo virtual puede llevarnos a cometer grandes errores al identificar que hay un sustituto sin pensar en las diferencias significativas y abismales. Muchos maestros podrían utilizar en videoconferencias las mismas estrategias de las clases presenciales para motivar a sus alumnos dejándose llevar por esta falsa idea de un salón virtual. ¿Cuáles son los grandes ausentes en esta nueva modalidad?
Algunos maestros asumen que deben llenar el mismo tiempo de clase tras una pantalla que en un salón físico. En algunos casos los alumnos pasan de una clase a la otra sin descanso y no existe la idea de una perdida natural en la atención y desempeño porque los rendimientos son decrecientes. Sumado a ello, las interrupciones no voluntarias conforman un espacio diferente que debe ser analizado así. No existe un aula virtual y en su lugar los estudiantes están en su hogar y en él están muchas condiciones que no son todas favorables ni de fácil solución.
Ante un espacio que ya no puede ser controlado por la escuela, ahora los padres o los responsables del espacio donde toma clases los alumnos, deben asumir una responsabilidad para la que no están preparados. Requieren de herramientas emocionales, pedagógicas y muchos aditamentos para convertir un espacio apto para recibir clases. En el caso de cohabitar varios hermanos o compartir la conexión de Internet, los requerimientos aumentan. En casa los prefectos que cuidaban el orden son los padres, los que resolvían problemas de alumnos con los maestros también. Falta mucho para que niveles de primaria, secundaria o hasta preparatoria puedan a plenitud sustituir la escuela física por una educación virtual 100%.
Sin embargo el gran ausente es la falta de comunicación no verbal de los alumnos con sus compañeros. Tras las pantallas es difícil crear la dinámica de tribu necesaria para unir afectos entre ellos. Las miradas entre compañeros no son posibles, siendo que permiten comunicar emociones, sentimientos y mucha más información. Esos minutos para saludarse, sonreír, abrazar y sentirse parte de los otros también es un gran ausente. En esta situación ¿qué solución propone?