Sus clientes son de tres tipos: los cómplices del barrio, los turistas de paso y los habituales de los clubes de lectura, nocturnos y desmadrados
Jorge Carrión
El último librero con quien hablé antes del encierro es un detective salvaje. Ángel Tejerín mantiene abierta On the Road en el centro de esta ciudad gracias a su adrenalina literaria y al buen rollo de un círculo de colaboradores, entre los que destaca la ilustradora Flavita Banana. Sus clientes son de tres tipos: los cómplices del barrio, los turistas de paso y los habituales de los clubes de lectura, nocturnos y desmadrados.
¿Cómo sobrevivirá durante la cuarentena en una ciudad sin turismo y sin reuniones físicas?, me pregunté más de una vez mientras veía sus historias de Instagram durante el confinamiento. La respuesta era evidente, tratándose de una librería especializada en la Generación Beat: proporcionando microdosis de placer para renovar, una y otra vez, su alianza con sus cómplices y clientes.
La reapertura de las librerías en España y algunos países de América Latina, después de cerca de dos meses de cierre por cuarentena y con estrictos protocolos de seguridad sanitaria, las enfrenta a un nuevo horizonte crítico. Para hacer frente a momentos tan difíciles, deben reforzar el pacto íntimo que mantienen con sus clientes, que en muchos casos somos también amigos. Darnos conocimiento y felicidad, para que reeditemos nuestro compromiso.
Las librerías que tienen más probabilidades de sobrevivir a este alienígena 2020 son las que durante los últimos años han proporcionado prescripción y cariño; y ahora inventan estrategias para que prosigan la fiesta y el viaje. Una de las tantas acepciones de la palabra “viaje” tiene que ver con el trip, con la experiencia psicodélica.
Lo sabemos desde 1857, cuando Charles Baudelaire publicó Las flores del mal: tanto el vino o el opio como el sexo y la poesía son vías de acceso a los paraísos artificiales. El librero, en tiempos de la COVID-19, acentúa su condición de ‘dealer’ y diseña a través de las redes nuevas vías de compromiso y de escape.
La palabra clave, en el inminente debate de la reinvención de las industrias y políticas del ámbito cultural, va a ser alianza. El crecimiento exponencial de las plataformas digitales de logística y de contenidos está ya obligando a todos los agentes mediáticos, artísticos y culturales que trabajan con soportes físicos —como el papel o los escenarios— a buscar aliados.