Valores ambientales son los que deberían adquirir las personas ya que muchos desconocen el precio del aire que respiramos como seres humanos
Claudio Sarmiento Casas
Valores ambientales pueden adjudicarse por ejemplo a ¿Cuál es el precio del aire que respiramos? Muchos de nosotros seguro lo desconocemos, porque no estamos habituados a pagar por él. Personas más desafortunadas podrán afirmar el costo de varios miles de pesos al día por tanques de oxígeno. Sin embargo, éste se produce comercialmente a costos mucho más altos de cómo lo producen las máquinas más eficientes del planeta: los organismos fotosintéticos. Por su eficiencia y abundancia, seres vivos como los árboles resultan subvalorados: aún tomando en cuenta sus múltiples beneficios ambientales, energéticos, inmobiliarios y de salud pública, el valor económico de un árbol es equivalente a por lo menos un décimo de lo que cuesta removerlo.
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Los beneficios de los árboles aumentan aún más con la edad y cuando conforman una masa vegetal considerable junto con otras plantas, lo cual debería motivarnos a conservar la integridad de las grandes áreas naturales que rodean nuestras ciudades. Sin embargo, esta misma condición de suelo hace aún más barata la remoción de dichas áreas verdes por tala, incendio o invasión, tanto por economías de escala como por la especulación sobre el valor inmediato que provoca la intervención humana. La aniquilación de áreas verdes tiene riesgos imprevistos, como la propagación de nuevas pandemias como el COVID-19.
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Paradójicamente, la mejor manera de valorar las áreas verdes es acercándonos a ellas. Una ciudad saludable es aquélla que tiene acceso inclusivo a áreas vegetadas, a su aire limpio, su tranquilidad mental y la protección climática que proveen, especialmente cuando abundan y se encuentran dentro de distancias caminables. Reconocer que los bosques, parques y áreas ajardinadas sirven para más que la recreación de la ciudadanía es reconocer el valor supra-económico que cada árbol nos da. Nuestra respuesta debe ser consonante en importancia a través de planes de resiliencia ambiental, conservación ecológica e infraestructuras verdes.
Lograr una ciudad verde no es simplemente un tema económico, sino de diseño y de gobernanza. Conocemos el valor que tienen las áreas verdes urbanas, falta conocer el valor de nuestra ciudad para tomarse el tema en serio.