Sin duda alguna, al hablar de Joselito se tiene que traer a colación a Juan Belmonte y viceversa
Juan Carlos Sámano
Retomando conceptos de una ponencia titulada Joselito “El Visionario”, celebrada en Valencia en el 2019 por Domingo Delgado de la Cámara, y a un día de que se cumpla el Centenario de su muerte, compartiré con ustedes conceptos muy importantes y poco analizados, sobre la verdadera aportación a la Tauromaquia por parte de ese virtuoso del toreo que fue José Gómez Ortega.
Sin duda alguna, al hablar de Joselito se tiene que traer a colación a Juan Belmonte y viceversa. Por lo tanto, iniciaré por comentarles que el posteriormente conocido como “El Pasmo de Triana”, tuvo una incipiente trayectoria como novillero, al grado de dejar un novillo vivo en Sevilla, hasta lograr en Valencia, en 1912, una tarde importante que lo hace resurgir de alguna manera, mientras Joselito se afirma como una gran promesa al encerrarse con seis “Miuras” en esa misma plaza.
A decir de este autor y de algunos otros conocedores, Joselito tuvo realmente más relevancia en la configuración del toreo que Belmonte. Mucho influyó el hecho de los que en esas épocas escribían la historia eran amigos de Belmonte, creando un verdadero mito. Mucho hemos escuchado que Belmonte fue el gran revolucionario del toreo y padre del toreo actual. Sin embargo, el verdadero fenómeno fue Joselito, al grado que el mismo Belmonte llegó a comentar que José era un joven altamente dotado para el toreo.
No en vano fue llamado “el Rey de los Toreros, y reconocido como el más importante de la historia, en pocas palabras el más influyente. Contó con una formación clásica, Hijo, sobrino y hermano de toreros, conocedor de la lidia clásica como nadie y se le reconoce como el último gran torero antiguo, heredero de esa tauromaquia de antaño propia de diestros como “Lagartijo” y Guerrita, pero es aquí donde viene realmente la aportación de Joselito, ya que es él quien abre o inicia con las bases del torero actual.
Su contribución al toreo de hoy, es sin duda de tal relevancia, que es la base de las faenas que en la actualidad vemos y disfrutamos en los alberos. Me refiero a lo que conocemos como “el toreo en redondo”, ese que se produce girando sobre los talones o ese que se desarrolla solo girando sobre un eje y ajustando la pierna de salida. Belmonte no toreó en redondo, el toreó sucesivamente por una lado y por otro, lo que se conoce comúnmente como “torear en ochos”.