Se acaba de celebrar el CCII aniversario del nacimiento de Karl Marx y sorprende la cantidad de seguidores que conserva en el mundo
Alejandro Gutiérrez Balboa
La discusión la semana pasada se centró en la cantidad de muertos que la implementación de su modelo político le ha costado a la humanidad.
Sus fans han descalificado por completo los cientos de millones de muertes ocasionadas bajo el denominado socialismo real o comunismo en la antigua Unión Soviética, en China, en Vietnam, Camboya y, en menor grado, en los países satélites. El mejor argumento utilizado fue que Marx nada tuvo que ver en ello y que se ha exagerado la cantidad.
Por otro lado, todavía hoy existe quién denomina a Marx “científico social” y le caracterice como el pensador que más y mejor se ha preocupado por resolver la situación de los pobres y los desfavorecidos en toda la historia. Incluso, a los mejores detractores de la realidad soviética, como Soljenitsin, se le ha acusado de ser un instrumento del imperialismo norteamericano y del “gran capital” internacional, así sin más.
Muchas son las cosas que podrían mencionarse respecto a la salud mental de Marx, a su incapacidad de trabajar a lo largo de su vida y a la problemática heredada a su familia. Lo relevante es subrayar que ante todo fue un revolucionario que ideó un modelo político que él mismo determinó se trataba de una dictadura y que para sostenerla, abrió la técnica de sólo poder hacerlo mediante el terror y la fuerza.
La impracticabilidad de ninguna de las teorías de Marx condujo precisamente a que, hasta en la actualidad, sea un grupo muy minoritario de políticos los que siguiendo sus ideas se apodera y monopoliza el poder político, constituyendo una facción por lo general corrupta y muy lejana de la igualdad que pregonan y que imponen a las sociedades.
El mundo comunista fue imposición e impostura, mantenido sólo con un estado policiaco, bajo el control de una policía política represora que eliminó disidentes sin cuento y que provocó graves retrocesos en los niveles básicos de bienestar de los países donde se instauró. Sólo pudo sobrevivir un tiempo bajo el gran terror que impuso en todos ellos. Los ejemplos cercanos de Cuba y Venezuela son la mejor manifestación del fracaso de una ideología que mantiene a sus pueblos en la miseria y en la semi-esclavitud, en tanto sus dirigentes se enriquecieron a manos llenas.
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