El uso sistemático y coordinado para mover mensajes en redes sociales ha sido parte de la estrategia de Morena desde su formación
Arturo Cerda Díaz
Esta semana el presidente Andrés Manuel López Obrador dedicó parte de sus conferencias matutinas a denunciar campañas robotizadas en redes sociales para atacarlo. Demandó a Facebook y Twitter transparentar los contratos que amparen esas presuntas operaciones. Aseguró que no quiere que haya un mal uso de las benditas redes sociales –cómo él les ha llamado– y que no se perviertan con granjas de “bots”. Ya Twitter respondió que no tiene ingresos por ese tipo de servicios.
Vale la pena recordar que el uso sistemático y coordinado para mover mensajes en redes sociales ha sido parte de la estrategia de Morena desde su formación hasta la llegada a la Presidencia de la República, y más allá. En marzo del año pasado, Sigma Lab, laboratorio multidisciplinario del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), publicó un estudio que concluyó que había una sofisticada operación automatizada para denostar a críticos de Andrés Manuel López Obrador desde cuentas ligadas a la 4T, actividad que hasta hoy se mantiene.
Luego de los recientes reclamos del presidente, el ITESO publicó un análisis del comportamiento de las redes en torno a la figura de López Obrador en las últimas semanas. Encontró que sí hay una táctica digital de difusión de mensajes para criticarlo, pero también una tendencia creciente de contenidos generados de forma orgánica, es decir, natural, no orquestada ni deliberada que revelan inconformidad con su gestión, particularmente por su manejo de la pandemia del coronavirus. Los propios usuarios respondieron con imágenes de credenciales de elector y mensajes escritos a mano para demostrar que sus cuentas son reales.
Así que nadie debería alarmarse por que las redes sociales sean utilizadas para hacer propaganda y campañas, menos cuando han sido utilizadas de la misma manera para linchar a los detractores. Tampoco habría que despreciar demostraciones auténticas. Con todo respeto, hay a quienes les gusta llevarse, pero suelen no aguantarse cuando sienten que ya no son los que dominan la situación.