Un país se encuentra en recesión cuando su economía cae más de 10 puntos del PIB algo que, desafortunadamente, comienza a suceder en nuestro México
Carlos Olguín
Sin ser un especialista en economía, considero relevante compartir con ustedes algunos datos que nos dan luz sobre el panorama económico, el cuál, parece apuntar más a una depresión que a una recesión económica, distinguiéndose entre otras cosas por la duración de las mismas. Por un lado, una recesión económica tiene una corta duración, meses quizá, mientras que la depresión económica dura más allá de 2 años sin mencionar sus constantes bajas (recordemos que a humanidad sólo se ha enfrentado a una en 1929).
Cabe destacar que un país se encuentra en recesión cuando su economía cae más de 10 puntos del PIB algo que, desafortunadamente, comienza a suceder en nuestro México y los datos de los primeros días de abril lo demuestran: el consumo de gasolina está 77% debajo (comparado con abril del año pasado); el consumo de energía cayó en un 16%; el cobro de casetas de peaje, en un 85%; el turismo, en un 86%, las transacciones financieras demuestran un déficit del 25%; el sector aeronáutico, por encima del 90% de caída…
Ante este escenario, el Banco de México baja la tasa de interés para poner dinero a disposición de los bancos y que, a su vez, ese dinero llegue a quienes lo necesitan a una tasa que, si bien es baja (6%), sigue siendo muy alta para las condiciones actuales. En Chile, por ejemplo, prestan al 0% de interés para reactivar su economía, todo con el fin de que las empresas y los prestadores de servicios puedan sortear las dificultades de la pandemia. Sin embargo, no deja de ser un tema delicado si consideramos agentes como la incertidumbre de su duración, el tiempo que tome desarrollar y distribuir la vacuna y el lento proceso para regresar a la “normalidad”.
Estimado lector, estamos por entrar en la peor etapa de la crisis sanitaria. Mientras que, por una parte, en CDMX y EDOMEX ya se reconoce que los hospitales comienzan a colapsar, por otra, tenemos la realidad alterna del presidente donde menciona que hemos “domado” a la enfermedad. Yo, en cambio, preferiría tomar precauciones serias al respecto de la misma pues, si bien es cierto que otros países han tomado las riendas en el asunto, nuestra realidad es diferente: aquí, cada quien debe tomar las precauciones a su alcance y propio criterio. Recordemos que se plantea un escenario que pone septiembre-octubre como el fin de la peor etapa, no sin antes mencionar una posible recaída o “brote” de COVID e Influenza por el inicio de las bajas temperatura según la propia OMS.
Ojalá el mundo, la realidad y la pandemia fueran tan sencillas como para arreglarlos mediante un decreto presidencial.