El diseño arquitectónico se fue llevando al mínimo, con el objetivo de vender más viviendas por hectárea, descuidando la calidad de los espacios habitables
Raúl Lorea
Uno de los reclamos constantes que tenemos los arquitectos, es contra el fenómeno de la autoconstrucción y las viviendas en serie. La razón es simple: nos dejan fuera.
Pero en el caso de la vivienda en serie o de interés social, obedece a razones financieras, de producción: se invierte en un solo diseño arquitectónico y se replica una y otra vez en la mejor manera en la que se acomoden más viviendas en cada desarrollo.
El concepto surge desde los ideales revolucionarios plasmados finalmente en La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en 1917. Donde se estableció por primera vez la obligación patronal de otorgar vivienda a los trabajadores. Con ello se detonaron muchos cambios sociales en favor de la clase obrera (la que verdaderamente mueve a México). Entre esos cambios están la creación de grandes instituciones (IMSS, INFONAVIT, INDECO, INVI), programas gubernamentales (programa de vivienda para trabajadores de Pemex, fondos de vivienda estatal y federal), así como grandes proyectos de vivienda multifamiliar (como el de Nonoalco, en Tlatelolco).
Posteriormente, durante la década de los años 60 comienzan a surgir las grandes inmobiliarias como SARE, GEO, URBI entre muchas otras, que a nivel nacional diseñaron y construyeron los grandes desarrollos habitacionales como los conocemos actualmente, replicando la misma tipología de vivienda una y otra vez, contribuyendo a dotar de más viviendas a la clase trabajadora.
Fue así como el diseño arquitectónico se fue llevando al mínimo, con el objetivo de vender más viviendas por hectárea, descuidando la calidad de los espacios habitables aprovechando la distracción de las personas por el ritmo de trabajo, convirtiendo lentamente nuestra vivienda social en una caja despersonalizada únicamente para dormir.
La vida cotidiana de hoy sucede afuera, y lo que la mayoría desea después de un pesado día de trabajo es llegar a descansar. Con la cuarentena, vivimos en esos espacios tan reducidos, tan mal ventilados, tan mal construidos y tan poco valorados por quienes los edificaron. Hoy México tiene una gran deuda con la vivienda social y es uno de tantos rubros que debe someterse a revisión para mejorar su calidad.