Inesperadamente tuvimos que encerrarnos, algunos trabajando, otros comiéndose las uñas de preocupación
De pronto nos vimos forzados a estar en casa, un lugar que la vida moderna no contempla para simplemente “estar”.
Los modelos de vivienda popular los últimos 15 años han sido pensados como conjuntos aislados de su entorno inmediato, con acceso controlado, limitando la libre circulación de quien solo quisiera pasar por ahí, con espacios habitables pequeños, y dejando nuestras áreas sociales en lo “comunitario”, pero con un nombre comercial que nos hace pensar que estamos en una especie de hotel: amenidades.
Las amenidades son esos espacios compartidos que nos ofrecen nuestros desarrollos habitacionales modernos, más allá de solo tener un jardín. Algunas incluyen área de juegos infantiles, albercas, palapas, espacio para ejercicio, entre otras. Todo es nuestro, pero también es de otras personas.
Al tener espacios de esparcimiento, convivencia y recreación afuera, nuestra vivienda se volvió más pequeña, reduciéndola a un espacio habitable en el que la sociedad moderna ya no pasa tanto tiempo como lo hacían las generaciones de los años 50. Hoy la vida cotidiana de la mayoría de las personas transcurre fuera de casa.
Inesperadamente tuvimos que encerrarnos, algunos trabajando, otros comiéndose las uñas de preocupación y otros simplemente buscando cómo aprovechar el tiempo de alguna manera positiva. La comunicación digital es lo que ha marcado la diferencia, saciamos en gran manera nuestra necesidad de socializar a través de aplicaciones de video en tiempo real o redes sociales.
Nos vimos forzados a revalorar nuestra vivienda como un espacio para estar. Gracias a muchas herramientas digitales, hay muchas opciones para trabajar desde ahí, sin embargo, nos dimos cuenta también que no es un espacio tan cómodo, es reducido y probablemente no tenga las mejores condiciones de ventilación e iluminación.
Los expertos y las autoridades deben analizar hasta dónde será necesario modificar los modelos actuales de vivienda social y de alta densidad, privilegiando la salud física y el bienestar de las personas. Tal vez debamos dar un giro y dejar de masificar todo, humanizar nuestros diseños y entornos urbanos, manteniendo una distancia entre nosotros. ¿Estaremos preparados?