El virus, tras la muerte de algunos médicos y empleados de la salud, permitió detectar que ellos no reciben ingresos plenos sino limosnas
Pedro L. Jáuregui Ávila
Un día cualquiera leí, “que la importancia de obrar con integridad es que nuestros actos son coherentes con nuestros valores. Quien pierde la integridad jamás la vuelve a encontrar. Y quienes pierden su integridad y su honradez lo han perdido todo.”
Lo anterior se puede aplicar, por estos días más que nunca, a varios gobernantes. Miremos solo dos casos.
Cuando el COVID-19 daba sus primeros signos de existencia en Estados Unidos, el presidente Donald Trump, ‘el John Wayne’ del siglo XXI, señaló que para él lo importante era la industria y no la salud y que el COVID-19, era un cuento ‘chino’. Como está en plena campaña electoral mandó a la gente a los parques, pero cuando observó los estragos intentó reaccionar. Ya era tarde y se vio impotente para contener las oleadas de muertos.
En represalia a su desatino, tomó esta semana la decisión de suspender temporalmente los aportes económicos que le hace a la Organización Mundial de la Salud (OMS), por una supuesta “mala gestión y encubrimiento de la expansión del coronavirus”, porque según él la OMS promovió la “desinformación” de China sobre el virus, lo que ayudó a la propagación del brote.
En Colombia, el COVID-19, ratificó que el país es una madriguera de la corrupción, donde se han robado hasta los mercados dispuestos para entregar a las clases menos favorecidas, y se infló los costos de los productos.
Pero eso no es todo. En un cotejo entre el Departamento Nacional de Planeación y la Registraduría para recibir recursos del Programa Ingreso Solidario se encontró que 16 mil 894 cédulas deben ser excluidas porque las identidades son de personas fallecidas, están repetidas o son “cédulas de menores de 18 años, inscritos como beneficiarios”.
El virus, tras la muerte de algunos médicos y empleados de la salud, permitió detectar que ellos no reciben ingresos plenos sino limosnas porque están subcontratados y la tajada mayor queda en manos de los políticos. Además, no están equipados para enfrentar la pandemia. Cuando se mueran los médicos ¿qué haremos?