Con las restricciones de convivencia social, hemos aprendido nuevas formas de vivir la ciudad; respetar un espacio personal que evite un contagio
Raúl Lorea
Pareciera como si tener un automóvil nos hiciera mejores personas que quienes andan a pie o en bicicleta. Me explico; ahora que estamos tomando medidas por la “Emergencia sanitaria” declarada tardíamente por el gobierno federal, las críticas son severas para quienes caminan por la calle o andan en bicicleta. ¿quién los critica?, exacto: los que andan en automóvil.
¿Cuál es la diferencia entre uno y otro?
Me atrevo a suponer que van a lo mismo; a comprar víveres, al médico, a trabajar o atender algún asunto impostergable.
Ese es un logro mercadológico del automóvil, que por más de 100 años se ha encargado de minimizar a quienes andan a pie.
Con las restricciones de convivencia social, hemos aprendido nuevas formas de vivir la ciudad, respetar un espacio personal que evite un contagio, higiene en las manos, proteger vías respiratorias, limpieza al volver a casa, entre otras.
Lo cierto es que las ciudades no están pensadas en salud ambiental y menos en salud pública. El coronavirus ha traído a flote nuestros peores hábitos urbanos y malas condiciones en el medio ambiente, destacando entre otros: la contaminación del aire, la poca o nula actividad física, la aglomeración de personas, la falta de pulmones urbanos y áreas verdes, etc.
Las ciudades deben replantearse a partir de ahora, buscando evitar que una próxima pandemia nos envíe a casa y afectando nuestra salud, nuestra economía y sobretodo nuestro bienestar emocional.
Los modelos tradicionales de ciudad mexicana deben ser replanteados, ahora si bien, las altas densidades poblacionales tienen muchos beneficios para el funcionamiento de la ciudad, con la pandemia se evidenció que deben lograrse en otras condiciones que permitan gozar de una buena salud pública.
Caminar es parte de la solución, si las ciudades benefician a los peatones y ciclistas, se reduce el uso de automóviles, por lo tanto mejora la calidad del aire, se combate el sedentarismo y se impulsan las caminatas como forma de traslado esencial. Para ello, la ciudad debe ser caminable y nuestras necesidades deberían ser cubiertas en un radio no mayor a 1 km.
Una pandemia paró al mundo, sin duda cambiarán nuestros hábitos ¿cambiarán entonces nuestras ciudades?