Ante la pandemia del coronavirus en el mundo, el peor tratamiento es el brindado por los gobierno populistas, ya sea de derecha o izquierda, los gobernantes llamaron a no exagerar e ignoraron las advertencias de la Organización Mundial de la Salud
Alejandro Gutiérrez Balboa
La pandemia que padece el planeta ha sido tratada de muy diversas maneras por los gobiernos de los países afectados. Pero el peor tratamiento es el brindado por los gobiernos populistas.
Casos como el italiano, el español, el norteamericano, el brasileño, el argentino y el mexicano contrastan notablemente con los países que han logrado disminuir el número de contagios. En éstos últimos, se decretó la cuarentena inmediata, se cancelaron los espectáculos públicos, se restringieron el turismo, las visitas de extranjeros, se disminuyeron los vuelos y se activaron los servicios sanitarios, se difundieron las pruebas de diagnóstico y se movilizó a la fuerza pública para hacer efectivo el confinamiento. Todo al tiempo que se empezaron a multiplicar los contagios.
En los países populistas, de derecha o izquierda, ocurrió exactamente lo contrario. Los gobernantes llamaron a no exagerar, advirtieron de las consecuencias económicas de aplicar tempranamente el confinamiento, sobre todo; ignoraron las advertencias de la Organización Mundial de la Salud, los ejemplos de otros países y continuaron con sus actividades normales promoviendo, incluso, actos masivos de la manera más irresponsable.
En cuanto la ola los desbordó, todos los gobernantes, hasta ahora con una única excepción, se vieron obligados a decretar la emergencia e implementar las medidas obligados por la cantidad de contagios, a pesar de que en todos los casos populistas, los gobernantes han ocultado o maquillado la información.
Ahora viene la etapa más difícil, la de afrontar la crisis económica. A diferencia de la recesión mundial de 2008-2009, hoy los sistemas financieros no son los principales afectados, sino las empresas privadas, que son las que emplean a la mayor masa de trabajadores de los países. Hablamos desde los puestos informales con 1 o 2 empleados hasta las grandes empresas con miles de trabajadores. Y aquí es donde se verá qué tan sabiamente pueden actuar los gobiernos, apoyando directamente a estas empresas.
Lo peor que puede pasar es que tengan que cerrar por insolvencia, sin ser apoyadas desde el gobierno y que el desempleo se generalice. Al populismo sólo le ha interesado la compra directa o disfrazada de voluntades.
AG