Pedro L. Jáuregui A.
Los presidentes de Estados Unidos y de Colombia, Donald Trump e Iván Duque, no se imaginaron hace 15 días que sus gobiernos podrían sufrir los estragos del COVID 19 de una manera tan certera que podrían poner en peligro sus mandatos.
El vaquero estadounidense, quien esta en plena campaña política para la reelección, afirmaba que para él lo importante era el sector empresarial y que la salud estaba en segundo plano.
Para rematar la faena puso precio a la cabeza del dictador venezolano Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello, pero en las últimas horas dijo que lo ideal sería un Marco de Transición Democrática para Venezuela donde Maduro como Juan Guaidó, el otro presidente, se hagan a un lado, para buscar una solución.
Pero para verdades el tiempo. Todo este caos que envuelve al país del Norte dio oportunidad, para que el expresidente Barack Obama, que estaba retirado de la actividad política, regresará y señalará que la crisis de salud que se esta viviendo es la consecuencia de quienes rechazaron las advertencias de una pandemia, en una clara alusión a Trump. Estados Unidos perdió al momento más de tres millones de empleos.
El mandatario colombiano tiene en el horizonte la crisis económica, salud y penitenciaria que vive el país por culpa del COVID 19, que se le podría ir a un punto más álgido si se aumenta el período de cuarentena.
A ello se le suma la gran cantidad de personas sin empleo fijo y que vive del día a día y que no puede salir a cumplir una actividad independiente para suplir sus necesidades y se podría ver, tarde que temprano, acorralada por el hambre y los problemas de salud.
También hay otro factor para sumar al cóctel peligroso que vive el país y es el hacinamiento que existe en las cárceles y que podría estar por encima del 300 por ciento.
El país sigue sin conocer el decreto que permitiría aliviar en alguna medida el sobrecupo penitenciario, sobre el que ya llamo la atención la Comisionada la ONU para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet.