El coronavirus se hizo dueño de la agenda pública a nivel internacional, también de nuestro país
Mish Miranda
Nos habíamos olvidado de la fragilidad humana dado los avances tecnológicos y algunos factores más que, hasta ahora, nos habían facilitado y cambiado la vida.
Dos de las potencias más fuertes en el mundo resultaron las más afectadas con los índices de mayor contagio y decesos; China y EUA.
Teorías, información, conspiraciones, alarmas van y vienen, en esta era de la ‘posverdad’. Cualquier dicho se puede volver un hecho y cualquier hecho, volátilmente, volverse un dicho.
Un porcentaje de la población se encuentra recluida en sus miedos, en la pausa; detenidos del quehacer diario, de la charla en la cafería, de las salidas, de las labores profesionales o de oficio y de las distracciones en las calles.
La incertidumbre que no es ajena a la realidad nos va dictando un manifiesto de complicaciones que, hace un par de semanas, no habíamos previsto.
El coronavirus se hizo dueño de la agenda pública a nivel internacional, también de nuestro país y, por supuesto, no podía dejar de contaminarse con las declaraciones irresponsables del presidente, quien no hace muchos días afirmó que el virus: “No era de gravedad y que la enfermedad tenía un nivel de mortalidad bajo.”
“Seguirán los abrazos y el contacto con la gente”, declaró en la mañanera del 29 de febrero y, ¿por qué no? El desafortunado comentario del actual gobernador de Puebla, originario del mismo partido político; “Solo los ricos tienen riesgo de contagiarse de COVID-19, los pobres somos inmunes”, qué necedad y frivolidad.
El COVID-19 aterriza en tierras mexicanas en el peor momento para la infraestructura de salud que recordemos, recientemente habían declarado insuficientes insumos y capacidad de cobertura para tratamientos de personas con cáncer y otras enfermedades.
El virus originario de Asia, llega a México en un momento económico tambaleante, hoy los análisis no son nada alentadores para nuestra estabilidad financiera.
Por último, y no por ello menos importante, se hace notar aún más la brecha de desigualdad que las crisis suelen agudizar. La población de ingresos informales, la que vive al día, será quien se encontrará expuesta a contraer este virus.
Por ello, para finalizar, me gustaría citar la reflexión que hizo el periodista Esteban Illades: “Los engranes de la sociedad siguen funcionando porque su población más marginada es la que los mantiene en movimiento “ y algo tenemos muy claro, la humanidad resultó más débil de lo que parecía.