Parar por la pandemia causaría un efecto irreversible en los competidores que seguramente entrarían en su etapa de preparación final afectando su alto rendimiento
Iván Torres
La semana pasada, en este mismo espacio, justamente hablábamos de la terquedad del Comité Organizador y Comité Olímpico Internacional al no querer cancelar los Juegos Olímpicos por celebrarse en julio de este año.
Finalmente, la presión de varias federaciones en distintos países llamaron a la prudencia y cordura. El análisis era claro: parar por la pandemia causaría un efecto irreversible en los competidores que seguramente entrarían en su etapa de preparación final afectando su alto rendimiento.
Adicionalmente, el control del COVID-19 iba a generar una problemática importante en las tribunas de cada una de las instalaciones, cancelaciones de vuelos, de viajes, hoteles, restaurantes… La pérdida económica iba a ser mayor que la propia inversión ya realizada.
Finalmente se tomó la decisión y ahora se realizarán en las mismas fechas, pero en 2021. Seguramente habrá pérdidas, pero también habrá una importante recuperación el próximo año. Entiendo que, por derechos o cuestiones de mercadotecnia, van a tener que dejarle el registro de Tokio 2020.
Me puedo imaginar que para este año ya tenían todos los artículos promocionales listos para poner en anaqueles. Otra medida tomada es que algunos deportes como el futbol conservan el límite de edad, pero los que se pasen de ella, podrán competir el próximo año sin problema.
El calendario no será fácil porque en las mismas fechas se toparán con el Mundial de atletismo por celebrarse en Oregon, en los Estados Unidos. Sin embargo, ya están avanzadas las pláticas con Sebastian Coe (quien por cierto estuvo en Querétaro el año pasado), presidente de la IAAF, para modificar y darle paso a la justa veraniega. Quiero pensar que al salir de esta gran crisis humanitaria, el mundo estará fortalecido con mucho aprendizaje, como, por ejemplo, nuevas medidas ambientales, laborales, procedimientos médicos… y en el deporte no será la excepción.
Seguramente, los japoneses estarían preparando una fiesta donde enaltecerán la fuerza del mundo y la forma positiva en que se ha salido adelante. Nunca tendrán una mejor oportunidad para destacar el lema olímpico “Citius, Altius, Fortius”, “Más rápido, más alto, más fuerte”. Hoy dedico mi colaboración a mi madre Blanca, quien hoy ya está en el cielo. Que en paz descanse.