Seguro algunos preguntan cuál es el problema con saludarnos de la mano ante la pandemia del COVID-19
Claudio Sarmiento Casas
Otros tenemos cierta idea al respecto, pero no podemos dejar de evitar una práctica que hacemos de manera instintiva.
Quizás algunos pensamos que no hay problema si nos sentimos bien, o si no vemos enfermos con quien estrechamos la mano. Pero está comprobado por médicos y epidemiólogos que evitar el contacto físico es lo mejor que podemos hacer para nuestra salud. Lo mismo sucede con los especialistas en temas urbanos y los problemas de la ciudad.
En estos días, hemos estado bombardeados con todo tipo de información sobre cómo afrontar una pandemia global. Se nos informa sobre el distanciamiento social, pero también sobre el hacer gárgaras con agua caliente. ¿En qué confiar? El primero es un argumento desarrollado tras años de investigación, protocolos y experimentos, y busca beneficiar tanto a individuos como a comunidades.
El segundo puede conllevar al resultado opuesto, por más que parezca funcionar para un individuo. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos reconocer la diferencia, recurriendo a fuentes confiables, cuestionando y criticando los fundamentos de la información.
La comparación entre salud y urbanismo no se limita a los principios del conocimiento, sino que comparten una misma importancia para la sociedad. El urbanismo también repercute en la vida y muerte de los ciudadanos.
La manera en la que planeamos y construimos ciudad puede conllevar o evitar muertes viales, enfermedades respiratorias, supervivencia económica, bienestar físico y mental, etc. Los urbanistas no sólo dedican años a estudiar problemas y soluciones de ciudad, sino que hacemos lo posible para informar a la población al respecto y buscar consensos.
Ha sido alentador ver que la respuesta del gobierno del Estado ante el COVID-19 sea de compromiso con el bien común de los queretanos; que se responsabilice de comunicar a la ciudadanía; que no se escatimen recursos para garantizar el bienestar de la población; que se pida una participación responsable de todos. Lo mismo debería suceder con los temas urbanos. No tenemos que estrecharle la mano a nuestros gobernadores para exigírselos.