Las estructuras en nuestro país, los protocolos de investigación y atención, los juzgados, el servicio público y las instituciones han carecido de sensibilidad
‘Mish’ Miranda
El pasado lunes 9 de marzo, el nueve en el que México se paralizó. Dicho acontecimiento provocó un espacio en blanco de poco más de la mitad de las ideas, voluntades, direcciones, actividades productivas, presencias y voces que usualmente movilizan el día a día de la comunidad mexicana.
Las conclusiones, sin duda, son una deuda cuya forma de saldar estará en la verdadera reflexión e intención de cambio que tengamos para seguir avanzando en materia de igualdad, reconocimiento de los derechos, desde una visión de cambio estructural, cultural y de relaciones de poder.
Ya que además de la urgencia para evitar feminicidios, el país aún cuenta con brechas salariales importantes; con casos de violencia laboral detectables en cualquier sector productivo o dependencia pública; con un agudo acoso callejero; con distinciones en la atención financiera; con altos índices de embarazo adolescente y una considerable población de mujeres en pobreza extrema que se traduce en una desventaja financiera y de oportunidades.
Las estructuras en nuestro país, nuestro marco normativo, los protocolos de investigación y atención, los juzgados, el servicio público y las instituciones han carecido de sensibilidad y no han terminado de entender las condiciones de desigualdad que esta mitad de la población enfrenta.
Hoy podemos ver dos caras de la moneda, una en donde es visible la paridad total, si próximamente gabinetes paritarios, organismos públicos integrados por mujeres y hombres en un 50-50.
Así como los comienzos de una conciliación entre trabajo y familia. Es decir, una condición al interior del hogar donde se equiparan labores domésticas y existe mayor responsabilidad de la pareja en la crianza de los hijos. Y el otro rostro de la moneda en donde las mujeres siguen siendo perseguidas para, con una violencia extrema, arrebatarles la vida. Entender que existe una urgencia que nos demanda acciones, voluntad, mecanismos de atención, empatía, cambios estructurales, culturales y sensibilidad es vital para acabar con esta persecución que hoy, gracias a las mujeres que alzaron la voz, las que guardamos silencio el nueve, las que recorrieron calles, las que se redimen, generamos un avance, dimos un paso al frente.