El temor motiva a la gente en estos momentos, pero también la vergüenza, ocasionada por las brutalidades que han de cometerse para reducir la diseminación de la enfermedad
David Brooks
Algunos desastres, como los huracanes y los terremotos, pueden unir a las personas, pero a juzgar de la historia, las pandemias generalmente las separan. Estas son crisis en las cuales el distanciamiento social es una virtud. El miedo abruma los lazos normales del afecto humano.
En ‘El Decamerón’, Giovanni Boccaccio relata lo que ocurrió durante la plaga que asoló Florencia en 1348. “No digamos ya que un ciudadano esquivase al otro y que casi ningún vecino tuviese cuidado del otro, y que los parientes raras veces o nunca se visitasen, y de lejos: con tanto espanto había entrado esta tribulación en el pecho de los hombres y de las mujeres, que un hermano abandonaba al otro y el tío al sobrino y la hermana al hermano, y muchas veces la mujer a su marido, y lo que mayor cosa es y casi increíble, los padres y las madres a los hijos, como si no fuesen suyos, evitaban visitar y atender”.
En su libro sobre la epidemia de Londres de 1665, ‘Diario del año de la peste’, Daniel Defoe relata que en aquella época todos estaban tan preocupados por la seguridad personal que no había espacio para lamentar las penurias de los demás y que el peligro de una muerte inmediata eliminaba todo lazo de amor, toda preocupación por el otro”.
El temor motiva a la gente en estos momentos, pero también la vergüenza, ocasionada por las brutalidades que han de cometerse para reducir la diseminación de la enfermedad. En todas las pandemias, la gente se ve obligada a tomar las decisiones que los médicos en Italia ahora están obligados a tomar, retirar la atención a aquellos que están sufriendo y dejarlos a su suerte.
En la Venecia del siglo XVII, los trabajadores de la salud buscaron por toda la ciudad, identificaron a las víctimas de la plaga y las enviaron a “hospitales” aislados, donde dos terceras partes de los enfermos murieron. En muchas ciudades a lo largo de los siglos, las autoridades municipales encerraron a familias enteras en sus hogares, sellaron los accesos y bloquearon toda entrega de suministros o atención médica.