El futbol se parece demasiado a la vida, no sé si esto es bueno o malo, o las dos
Francisco Pérez
Infinidad de literatos famosos y de intelectuales se han cansado de compararlos; algunos dejaron frases memorables como aquella de: ‘Hay quienes sostienen que el futbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de futbol’, dijo el escritor argentino Eduardo Sacheri. En el ángulo la puso.
En un periodo de tiempo muy cortito uno puede pasar del gozo al pozo, son segundos los que a veces nos da la vida para analizar bien una jugada y saber a dónde patear. Se nos mueve un hombre, nos la quedamos, hacemos una de más, o la tiramos a donde sea. Cualquier variable cambiará para siempre el curso de la historia… de nuestra historia. El ‘Super-Liverpool’ de Klopp se cayó en cosa de semanas, las mismas en las que el mundo se puso los botines contra el famoso coronavirus.
El año inició movidito, con guerra mundial, incendios y ahora pandemia; en los primeros 15 minutos ya nos clavó dos o tres muy buenos goles y nos tiene bien tirados atrás, sin poder salir de nuestro campo. Ojo que nos tenemos que reponer y dar la vuelta.
Lo del miércoles en Anfield fue una nueva evidencia de que el futbol es el deporte con más posibilidades de que el poderoso sucumba ante el humilde. Benditas gestas del deporte más popular del mundo, el más terrenal, el más viciado también. Cayó Anfield y con él, las posibilidades de un bicampeonato de Champions para Klopp. Ahora tiembla de coronavirus la Premier League.
La vida es levantarse, sacudirse la tierra, acomodar las calcetas y levantar la cara. De a poco se construyen las revanchas, de a poco se levantan los mitos. Lo seguro es que siempre, pero siempre habrá otros 90 minutos.