Pocos lograrán poner al hombre en el lugar que le corresponde en el mundo, si no desarrollan un mayor conocimiento
Miguel Rodríguez
Bienvenidos a una nueva década. Desde ahora y hasta el 2030, las revoluciones serán mucho mayores y todo cambiará muy rápidamente. Estoy hablando no solo de la tecnología, sino también de la economía y el medioambiente. El mundo como lo conocemos hoy será muy diferente para el final de la década que comienza y debemos estar preparados.
Por eso, en medio de estos vertiginosos cambios, se hace indispensable que el individuo sea más consciente de su entorno y se prepare más para afrontar los retos que vienen.
Hemos entrado a una revolución del conocimiento en la que el ser humano juega un papel fundamental. La batalla contra la inteligencia artificial y contra la falta de inteligencia humana (por ejemplo, en el manejo que le damos al cambio climático) requiere de seres humanos más pensantes, capaces de sacar a relucir lo más elevado de la creación.
Nadie podrá emprender si no se prepara para enfrentar estos retos. Pocos lograrán poner al hombre en el lugar que le corresponde en el mundo, si no desarrollan un mayor conocimiento.
El ser humano actual debe estudiar más, leer más, cuestionar más y ser el principal artífice de los grandes cambios.
Si el ser humano cambia su manera de pensar y se vuelve más proactivo frente a las situaciones que le rodean, llámese pobreza, desigualdad, medioambiente, política o educación, el mundo verá realmente los cambios. El ser humano tiene la capacidad de propiciar cambios externos a partir de los internos.
Esta podría ser, sin duda, una década maravillosa. Dependerá del servicio humano que así sea.