Sergio Arellano
“La supremacía del humano sobre los animales no significa que aquel deba destruirlos, sino al contrario, que el superior debe proteger al inferior”. (Mahatma Gandhi)
Me da mucho gusto comentarles que las autoridades mexicanas están exponiendo y visibilizando un tema que me parece relevante. La ausencia de moral ha provocado la insensibilidad; el maltrato, la agresión y la tortura no deben permitirse.
Me acerco a la discusión central. Cuando observamos a una persona abusando de la indefensión de aquellos seres vivos, ¿a quién acudimos o en dónde lo denunciamos? En ciertos estados de la república, sigue siendo una incertidumbre.
Opino que el debate y por ende, los puntos petitorios, benefician a que fortifiquemos las acciones para su protección.
No obstante, considero que debe haber un plan de coordinación en los tres ámbitos de Gobierno para que no sean esfuerzos aislados. Se han discutido planteamientos interesantes como la incorporación del término “persona no humana” en las legislaciones estatales, la modificación del Código Penal federal, para que se considere como delito la violencia hacia los animales con una sanción privativa de la libertad por cinco años; se puede añadir a este contexto el posicionamiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación al amparo en revisión número 168/2018 adscrito a la ponencia del ministro Arturo Zaldívar, lo cual declara la constitucionalidad de la prohibición de las peleas de gallos por un caso suscitado en Veracruz, en donde argumentaban la “naturaleza cultural” del hecho en cuestión.
Aplaudo los esfuerzos anteriores y la suspensión de las corridas de toros en lugares como Quintana Roo, Sonora, Guerrero y Coahuila; sumando la sanción para los cazadores de especies en peligro de extinción. En este sentido, nos apoyamos por lo dispuesto en la Ley General de Vida Silvestre sobre la urgencia de preservar en nuestro ecosistema al jaguar, el águila real, el quetzal y la vaquita marina. Como habrá leído, estimada o estimado lector, hay esfuerzos loables; sin embargo, la estrategia debe ser contundente y transversal para un cambio real.