La gestión del conocimiento o ‘knowledge management’ (KM) en México usualmente se ve como algo distante y difícil de aplicar
José Luis Oliva
La gestión del conocimiento o ‘knowledge management’ (KM) en México usualmente se ve como algo distante y difícil de aplicar, esta sensación aunada a la abundante cepa de merolicos que toman esta bandera para ocultar su carencia de método en el manejo de conocimiento ha hecho que el KM sea tomado como un fantasma al que, como toda aparición, se le tiene miedo y hasta se dude de su existencia.
En Estados Unidos, pero más en la comunidad económica de Europa y en Japón, el KM se considera indispensable a nivel persona y empresa para ser productivos.
Parte de la consciencia productiva que nos ocupa cada sábado en este espacio, amable lector, es aprender a mejorar el manejo del conocimiento en todos y cada uno de sus cinco verbos.
1. Identificar el conocimiento. Esfuerzo para describir el conocimiento que se tiene y cuál es el que hace falta.
2. Creación de conocimiento. Esta actividad es permanente, no debe verse solo como parte de un proceso de innovación, en todo momento hay conocimiento nuevo a todos los niveles, el reto es cómo establecer procesos que permitan el seguimiento.
3. Almacenamiento del conocimiento. Se piensa que no es necesario clasificar nada, ni estructurar nada, basta hacer una búsqueda tipo Google y ya. Todo lo contrario, hoy es indispensable establecer patrones válidos para generar categorías, definir métodos y/o procesos para registrar y almacenar los datos, la información y el conocimiento
4. Distribución del conocimiento. Esta se realiza utilizando dos grandes vertientes conceptuales. ‘flujo’ y ‘stock’. Como dar certeza a que el receptor del conocimiento lo pueda aplicar de manera rentable.
5. Uso del conocimiento “Si sabemos lo que sabemos seremos tres veces más rentables de lo que somos” Lew Platt CEO de HP. Esta afirmación es contundente y real, de ahí que este verbo sea en realidad una medida del impacto de la KM interna.
El conocimiento hay que usarlo, básicamente en la mejora de la toma de decisiones a todos los niveles, aunque también se debe usar en mejoras de procesos y reducciones de desperdicios.
Siguiente semana: Los neurotransmisores de la productividad.