El ataque de Estados Unidos ordenado por el presidente Donald Trump a Irán que dejó como saldo el asesinato del comandante Qasem Soleimani despertó un mundo de controversias
Pedro L. Jáuregui
El ataque de Estados Unidos ordenado por el presidente Donald Trump a Irán que dejó como saldo el asesinato del comandante Qasem Soleimani despertó un mundo de controversias que en nada favorecen ni justifican la acción del vaquero estadounidense.
La acción dejó con la boca abierta a los altos mandos del Pentágono quienes no encuentran una razón sólida para la acción bélica, aunque muchos consideran que Trump hizo esto como una artimaña para bajarle la temperatura o evitar al juicio político que se le viene encima.
El pronunciamiento del Gobierno de que el ataque se efectuó para evitar un supuesto ataque, no fue muy creído por el público estadounidense y esto le podría salir muy doloroso, al país porque es consciente de que el precio que pueden pagar es muy caro dada la cultura del pueblo iraní. Sobre todo después de que Zeinaba Soleimani, hija del general asesinado, trató a Trump de “loco” y sentenció: “no pienses que todo terminó con el martirio de mi padre”.
Le aseguró que el asesinato de su progenitor “traerá días oscuros” a Estados Unidos e Israel además de que “las familias de los soldados estadounidenses en Asia Occidental (…) pasarán sus días esperando la muerte de sus hijos”, sentencia que para ninguno es una bravuconada.
Mientras esto pasaba en Irán, en Caracas, Venezuela, el orate de Nicolás Maduro, otro experto en dividir y fomentar la violencia, evitó el domingo el ingreso de los diputados opositores a la Asamblea Nacional para que pudieran elegir sus nuevas autoridades para el año. Maduro, con el apoyo de una minoría de diputados y de los ‘reencauchados’ del partido Primero Justicia, que antes eran de la oposición, eligió a Luis Parra como nuevo presidente en sustitución de Juan Guaidó.
Pero el martes, la oposición ingresó por la fuerza al Palacio Legislativo superando varios cercos militares y reeligió a Guaidó, volviendo todo a la normalidad. Todo esto traerá otro estallido de violencia, que es la situación que quiere Nicolás Maduro, porque es la única fórmula de mantenerse en el poder.