Tal vez no haya frase más zapatista que “La tierra es de quien la trabaja”, símbolo de la vida del general, y promesa de los principios de justicia social
Francisco Urrutia
Tal vez no haya frase más zapatista que “La tierra es de quien la trabaja”, símbolo de la vida del general, y promesa de los principios de justicia social, igualdad y resistencia. Ante la atención que nuestro héroe nacional ha tenido estos días, vale preguntarse ¿dónde está el México que hoy lucha por la justicia y la igualdad?, ¿en dónde quedaron tan nobles ideales? Y si aún existen, ¿quiénes son los que aún los defienden? La respuesta, compleja e incómoda, no se aleja de la imagen de nuestro querido Zapata.
La lucha hoy es, como lo ha sido siempre, de las personas más vulneradas por el sistema, de las que están hartas de una situación injusta e insostenible, pero que de alguna forma se sostiene día a día. Hoy en nuestro país la lucha es de las mujeres que marchan: de las nueve mujeres asesinadas cada día, de las millones que han sido agredidas; de todas ellas que viven la violencia en sus casas, en sus trabajos, con sus parejas. Hoy la estafeta está en las personas que pertenecen a la comunidad LGBT+ que también protestan: Está en el 67 por ciento de las personas ‘gays’ y lesbianas en este país a las que no se les respetan sus derechos, en las siete personas que son asesinadas cada mes, y de las incontables que han sufrido a manos de la ignorancia del prójimo.
Pero en el México surrealista no puede faltar la ironía, y mientras la figura de Emiliano Zapata es enaltecida, intocable, e incuestionable, la apropiación de su espíritu de lucha y sus ideales de justicia, e igualdad, se pierde entre los abucheos, las críticas y el desacredito que aporrean con una magnitud y una fuerza capaz de borrar a cualquier prócer revolucionario.
Pero aquí no hay uno ni 10. Son miles, millones de generalas, de Zapatas las que han salido a las calles a decir “la tierra es de quien la trabaja, la causa es de quien la trabaja, y la historia es de las que luchan por cambiar las injusticias”: nosotras. En eso consisten las revoluciones, las que son feministas, las que son diversas, las que nos hacen falta. Por eso no se ofendan si ven al general en tacones, con el cuerpo desnudo y “poco masculino”, así se ve la revolución el día de hoy.