En las elecciones generales en Inglaterra de la semana pasada ha ganado contundentemente el Brexit, la retirada de la Unión Europea
Alejandro Gutiérrez
En las elecciones generales en Inglaterra de la semana pasada ha ganado contundentemente el Brexit, la retirada de la Unión Europea. Esa era la meta y principal oferta del primer ministro Boris Johnson, quien apenas asumió el 24 de julio.
El Partido Conservador (los ‘tories’) de Johnson, y que lleva nueve años en el poder, obtuvo el 43.6 por ciento de los votos, lo que le ha redituado 363 (tenía 318) escaños en la Cámara de los Comunes, de un total de 650. Solo necesitaba 326 para lograr la mayoría absoluta.
El izquierdista Partido Laborista de Jeremy Corbyn ha obtenido su peor derrota desde 1935, quedándose con 202 (tenía 262) escaños.
Su propuesta era una confusa intención de promover un segundo referéndum para el Brexit y un programa de intervencionismo gubernamental en la economía y diversas nacionalizaciones que no convenció. Varios dirigentes laboristas han calificado el mensaje de Corbyn no solo de muy malo, sino “tóxico”.
Hasta el alcalde musulmán de Londres, laborista, criticó duramente a Corbyn por su programa y los votos obtenidos. El pasado lunes se constituyó un nuevo Parlamento, que le brindará a Johnson un soporte bastante cómodo para el Brexit, sus planes de reactivación económica y una pendiente reforma de los servicios de salud.
La parte optimista de la victoria ‘tory’ plantea que el 31 de enero, luego de tres años y medio de titubeos, de propuestas y negativas parlamentarias, y de interminables debates, finalmente se concretará el Brexit. Además, el presidente estadounidense Donald Trump se apresuró a ofrecerle a Johnson, inmediatamente después de conocerse los resultados de la elección inglesa, un tratado comercial superior y “más lucrativo” que cualquiera que pudiera tener con la Unión Europea.
La parte sombría de la elección tiene que ver con problemas en el futuro inmediato, tanto en Escocia como en Irlanda del Norte, donde han ganado los nacionalistas opuestos al Brexit. En Escocia son Gobierno, pero en Irlanda del Norte, los resultados le han otorgado una mayoría a los nacionalistas.
Adicionalmente, Escocia ha manifestado su intención de efectuar el próximo año otro referéndum para obtener la independencia, algo que Johnson no va a aceptar, y que anticipa un largo conflicto. Está por verse si en el mediano plazo el Brexit beneficiará a Inglaterra, cuando ni Trump ni Putin, sus más entusiastas promotores, estén en el poder… y si uno de los costos no será el desmembramiento inglés.