El año 2019 va a cerrar llevándose una oleada de indignación, protestas y manifestaciones violentas en las calles de América Latina
Alejandro Gutiérrez
El año 2019 va a cerrar llevándose una oleada de indignación, protestas y manifestaciones violentas en las calles de América Latina, en la que el crecimiento económico, la reducción de la igualdad, las opciones democráticas y el alejamiento de gobernantes corruptos y demagogos son tan lejanos a nuestra realidad, que bien lo podemos calificar de periodo perdido.
Protestas masivas en Venezuela ante el desastre económico de Maduro, protestas en Brasil por la corrupción de Lula da Silva por un lado, y luego protestas de sus simpatizantes por su encarcelamiento.
Siguieron protestas masivas en Ecuador, en Chile y en Argentina por las pobres gestiones de sus gobernantes anteriores y actuales en la reducción de las desigualdades salariales, de acceso a los servicios de todo tipo y la enorme corrupción de sus Gobiernos.
Protestas en México por la inconformidad de amplios segmentos poblacionales ante el crecimiento económico cero que solo presagia un desastre, los nulos resultados en seguridad y debido a la configuración de un modelo político que nos regresa a un pasado que pensábamos era una pesadilla superada.
Las protestas, a pesar de provenir de segmentos diferentes, tienen muchas cosas en común, sobre todo el hartazgo ante Gobiernos ineficientes y corruptos.
No solamente se protesta contra el neoliberalismo y la globalización, que si bien ha generado mejores condiciones y oportunidades, también ha concentrado la riqueza en pocas manos y no ha alcanzado su derrama a los segmentos menos favorecidos y vulnerables de la sociedad, además de que Gobiernos no han sido incapaces de erradicar la corrupción.
Desde el otro espectro político, también se expresa el rechazo y hartazgo para los modelos estatistas con crecimiento muy limitado o no sustentable y plagado de corrupción, autoritarismo y cerrazón democrática.
No hay que olvidar que los primeros años de Hugo Chávez fueron de excedentes económicos debido a que los precios del petróleo estaban por las nubes y eso le permitió al extinto dictador venezolano regalar dinero a sus ciudadanos y alcanzó hasta para los cubanos.
Algo similar ocurrió con la economía boliviana, en donde los aparentes éxitos de Evo Morales de ninguna manera han sido sustentables. En cuanto los mercados internacionales se ajustaron, el espejismo se diluyó.
Bien habríamos de tomar nota y apostar por el futuro, los resultados de intentar anclarse en el pasado estatista tardan muchísimos años en poder ser revertidos