Mucho se ha hablado de cómo la velocidad de los cambios tecnológicos y el acceso a la información han creado diferentes generaciones

Raúl Ossio

Mucho se ha hablado de cómo la velocidad de los cambios tecnológicos y el acceso a la información han creado diferentes generaciones (‘baby boomers’, X, ‘millenials’ y Z) de individuos con intenciones, gustos, ideologías y estilos muy diversos.

En el contexto laboral, la discusión siempre ha tenido una dirección en donde el objetivo era analizar el cómo las nuevas generaciones se adaptaban a las ideas establecidas por las generaciones previas.

En esta dirección, los principales retos consistían en estudiar la forma en que los estilos flexibles que cuestionan la efectividad de lo establecido con nuevas ideas encajaban en estructuras y procesos rígidos que en algún momento les permitieron a las empresas ser competitivas en una determinada industria.

En esta estructura, el conocimiento y la experiencia se adquirían de forma natural con el tiempo, y con la incorporación de jóvenes las empresas buscaban ideas nuevas y diferentes que les permitieran evolucionar poco a poco. En la actualidad, en algunas empresas, especialmente las creadas y formadas por jóvenes, se empieza a experimentar un fenómeno inverso, es decir, se voltea a ver a las generaciones previas en busca de estructura, consejo, conocimiento y experiencia.

Esta dirección inversa plantea otro tipo de retos.

El más importante de ellos tiene que ver con la adaptación de la generación previa a estructuras de pensamiento, de comunicación y de aprendizaje flexibles, así como a las tecnologías que soportan a estas.

Aquí surgen todo tipo de conflictos, ya que la ideología que caracteriza a una de las partes necesariamente amenaza a la premisa base de la parte contraria.

En este contexto, es fácil perder de vista que el objetivo de las empresas al querer contar con integrantes de diversas generaciones es el de obtener lo mejor de cada uno para poder sobrevivir en un ambiente de cambio constante, y no el de establecer estructuras que se puedan quebrar ante cualquier movimiento.

La apertura a nuevos estilos e ideas no tiene que ver con generaciones, sino con inteligencia para sobrevivir y evolucionar en ambientes altamente competitivos.