A través de una entrevista el 26 de noviembre, el presidente estadounidense Donald Trump anunció su intención de declarar terroristas a los cárteles narcosmexicanos
Alejandro Gutiérrez
Con este motivo surgió una discusión respecto de la pertinencia o impertinencia de tal acción. No queda claro si la postura del presidente norteamericano es respuesta a la petición de la familia LeBarón, pidiendo la declaratoria luego del asesinato de miembros de su familia, u obedece a otro tipo de razones.
No obstante, el canciller mexicano se aprestó a señalar el rechazo gubernamental a la medida, olvidando que apenas el 4 de agosto él mismo declaró terrorista el acto por el que fueron asesinados seis mexicanos en El Paso.
Existe un consenso entre los países respecto a la definición de terrorismo, al margen de que muchas veces, por conveniencias políticas, se señalen o se soslayen actos de esta naturaleza. Los turcos, por ejemplo, siguen negando el genocidio que efectuaron contra el pueblo armenio.
Mucho menos se acepta el terrorismo británico y norteamericano contra Dresde, Hamburgo, Berlín y otras ciudades alemanas en la Segunda Guerra Mundial, o contra Tokio, sin dejar de destacar Hiroshima y Nagasaki.
La realidad cruda es que hay terrorismos “buenos” y los hay malos, dependiendo de quien lo mire. Es verdad que el narcotráfico no es terrorismo, pero sí lo es una serie de actos efectuados por esos grupos en contra de la población.
Tales actos rebasan la simple actividad criminal propia de esos grupos y, lo que las autoridades no reconocerán jamás, es que ya han rebasado la acción del Estado de procurar la paz social y el castigo de los delitos, es decir, simplemente no hay autoridad y en esos espacios vacíos los criminales imponen su ley con total impunidad.
A eso se le llama Estado fallido, aunque sea solamente en regiones. También es cierto que la acción específica del terrorismo tiene como propósitos reivindicaciones políticas o ideológicas, religiosas, étnicas y separatistas o independentistas, ninguna de las cuales es bandera de los cárteles mexicanos, cuyos fines son esencialmente monetarios.