Muchos delitos o crímenes se cometen después de que se dan señales de actitudes que fueron pasando de focos amarillos a rojos y a finales inevitables. Esta semana, un caso más de violencia de género y familiar indica que tanto el sistema judicial como el entorno de Abril Pérez Sagaón no pudieron actuar a tiempo y cualquiera que sea la clasificación jurídica del acto, ella fue asesinada y hay muchas más víctimas: entre ellos, su hijo y sus familiares. ¿Es el caso de un criminal con un perfil determinado o encontramos signos de una violencia cultural y estructural que toca todas las esferas sociales en México y el mundo?
Vivimos diariamente una violencia cultural que se materializa en actitudes, acciones y rituales que son aceptados socialmente y normalizados como parte de la vida “normal” y cotidiana. Algunos actos ya están tipificados en normas o hasta leyes, pero falta mucho para influir en los detonantes preventivos de actos criminales como el que vivimos la semana pasada. Gran parte del acoso escolar o ‘bullying’ viene de prácticas comunes, por ejemplo, la novatada que, como parte de un ritual de iniciación, muchos que lo vivieron lo consideraron como necesario o adecuado. ¿Qué significaría que como sociedad solo pidiéramos cumplir un camino legal de búsqueda de culpables? Así como existe una gran diversidad cultural entre regiones en nuestro país, existe otra diversidad de actitudes normalizadas en múltiples grupos escolares, laborales, de barrio, ciudad o región. Muchas de estas prácticas son consideradas vitales para pertenecer a estos segmentos o grupos poblacionales. La idea de criminal, enfermo o delincuente se queda muy corta, ya que un factor que impulsa dichas acciones es la norma social o de grupo. ¿Entonces a quién debemos atender o culpar? Hay muchos culpables tomando la frase popular ‘tanto peca el que mata la vaca, como el que le jala la pata’. Una parte de la sociedad permite las prácticas o es indiferente, otra las ejecuta y una más padece los efectos como víctima. La acción no debe estar solo en las autoridades y la responsabilidad debe ser compartida, puesto que mucho de lo que ocurre es en el ámbito privado y clasificarlo como delito sería eludir el peso de nuestra responsabilidad como sociedad. ¿Usted cómo ayuda a eliminar esta violencia cultural?