Por suerte para Bush, la guerra fue relativamente corta y los esfuerzos para enjuiciarlo políticamente perdieron impulso
Peter Baker
Mientras el presidente George Bush se preparaba para ordenar el envío de tropas estadounidenses a la guerra, a fin de sacar a los invasores iraquíes de Kuwait, temió que aquello pudiera poner fin a su presidencia. “Si se prolonga, no solo me culparán por ello, sino que probablemente inicien procedimientos para un juicio político en mi contra”, escribió en su diario el 20 de diciembre de 1990.
Once días después, en una carta a sus hijos, citó a un senador demócrata que le dijo: “Si esto se prolonga, es posible que algunos en el Congreso presentemos una solicitud de juicio político”. El día que la guerra comenzó, un congresista demócrata hizo justo eso, ya que presentó una resolución para iniciar un juicio político en su contra, acusándolo de “conspirar para cometer delitos contra la paz”.
Por suerte para Bush, la guerra fue relativamente corta y los esfuerzos para enjuiciarlo políticamente perdieron impulso. No obstante, estuvo lejos de ser el único mandatario en preocuparse. Aunque Donald Trump es solo el cuarto comandante en jefe en la historia estadounidense en enfrentar una amenaza de juicio político seria, dicha posibilidad se cernió sobre muchos de sus predecesores, fue una preocupación inquietante en la mente de algunos y una espada de Damocles constitucional para otros.
El juicio político ha servido no solo como medio para destituir del cargo a un presidente corrupto, como se señala en la Constitución de Estados Unidos; de hecho, nunca ha cumplido ese propósito. Los presidentes Andrew Johnson y Bill Clinton fueron impugnados o sometidos a un juicio político en la Cámara de Representantes, pero luego durante el juicio en el Senado se les absolvió, en tanto que el presidente Richard Nixon renunció antes de que el pleno de la Cámara de Representantes pudiera votar. No obstante, esta herramienta ha servido como un freno, una consecuencia que los mandatarios federales tenían presente al momento de tomar decisiones que rayaban en lo cuestionable.