Sería de mucha ayuda producir nuestros alimentos y cuidar a los polinizadores, como las abejas
Liz Durán
Durante la época del feudalismo, los feudos fueron un poder político, social, en el que predominaba la producción artesanal y comercial de los pobladores.
La actividad del campo estaba ligada directamente a los feudos y era muy estrecha la relación de los dos sectores.
Al llegar la época de industrialización, esta relación se amplió, pero, definitivamente, la actividad de campo siguió siendo de vital importancia para que las ciudades sobrevivieran, como hasta hoy.
Si en 2050 las ciudades estarán pobladas por tres cuartos de la población mundial, ¿quién será el cuarto de la población, que se encargará de ser la mano de obra para las cosechas, o ser el profesional eficiente
para aplicar tecnologías y abastecer a la población
restante, para su alimentación?
También cuestiono lo siguiente: ¿Qué beneficios, garantías y mejoras para desarrollar ese trabajo se les otorgaran?
Sin duda, un cuestionamiento preocupante, ya que, por mucha tecnología, información e innovación, tenemos que comenzar a pensar en ese abastecimiento, y en las leyes que pueden reformarse, para garantizar el acceso a la alimentación.
Por otro lado, me parece que también las ciudades deberán comenzar a pensar en fomentar el cultivo de hortalizas, frutas en huertos familiares, para garantizar que, además de ayudar a nuestras ciudades sean verdes, las personas tengan conciencia de la importancia del campo, en las ciudades. Si bien no podemos producir todos nuestros futuros alimentos en las ciudades, sería de mucha ayuda y conciencia, aparte de cuidar a nuestros polinizadores, como las abejas, colibríes y demás.
Una manera de iniciar puede ser la construcción de azoteas verdes, huertos verticales o inclusive la habilitación de techos con flores, en nuestras paradas de transporte.
Las dinámicas de las ciudades deberán de cambiar, nos guste o no, a fin de sacarnos de nuestra comodidad, y de obligar miradas hacia el campo, que muchas veces lo abandonamos, o ignoramos, por falta de conocimiento al reconocer que ellos garantizan el derecho a nuestra alimentación mundial.