Los líderes populares y carismáticos, como Lula Da Silva en Brasil, los Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador y Evo en Bolivia son parte de la llamada “Ola Rosa” en América Latina
19 Noviembre 2019
Carlos Olguín
Los líderes populares y carismáticos, como Lula Da Silva en Brasil, los Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador y Evo en Bolivia son parte de la llamada “Ola Rosa” en América Latina, donde con el ‘boom’ de las materias primas hubo prosperidad económica, todos ellos en general dieron buenos resultados, pero todos tuvieron problemas con la sucesión. En Brasil se quedó Dilma Rousseff, quien terminó destituida por el fracaso del país. Néstor dejó a Cristina Fernández de Kirchner, quien terminó en la cárcel y ahora regresa como vicepresidenta. Correa dejó a Lenín Moreno, quien tiene al país en fuego, y Evo Morales al parecer cayó en las tentaciones del poder y de creer que nadie más puede hacer lo que ellos hacen, tratando a costa de lo que sea perpetuarse en el poder.
En 13 años y nueve meses de un Gobierno exitoso en muchos rubros, cuadruplicó el producto interno bruto, aumentó cinco años la esperanza de vida, disminuyó 22 por ciento la desigualdad y redujo 50 por ciento la pobreza. Son datos a los que aspiraría cualquier líder de un país al finalizar su gestión y son números que Evo Morales puede presumir, además de representar a grupos vulnerables y que han sido históricamente segregados como lo son los indígenas y las centrales obreras. El propio Evo no respetó las leyes que él creó. Primero fue por una reelección que no estaba prevista, modificó la Constitución y se aplicó reglas que no debieron de ser para él, sino para sus sucesores. Va a un referéndum donde pierde, la gente le manifiesta que ya no lo quiere y con todo ello va a la elección, donde el mismo invitó a la OEA, como un árbitro de las elecciones quien dejó al descubierto las inconsistencias en la elección, de las cuales la más escandalosa es el “apagón” del sistema de conteo de votos, cuando todo estaba dado para que se repitiera la elección y reaparece el sistema con un triunfo de Evo evitando segunda vuelta y cualquier otro ejercicio.
Se puede discutir sobre si es o no un golpe de Estado, pues no hubo violencia por parte de los militares, no hubo control de las comunicaciones, ni hubo suspensión de garantías.