Mi papá nació en el país Vasco y me contó todas las tradiciones de la región del norte de España
José Luis Oliva
Querida lectora, viajamos de semana en semana y de repente, en este hermoso ritual que nos congrega cada sábado, nos encontramos ya cercanos a la Navidad, época que genera extremos sentimientos y emociones. Algunos honran su origen y la convierten en época de celebraciones y rencuentros apegados a lo espiritual, otros se desbocan y se internan en experiencias dionisiacas. En cualquier caso, el viajar es un verbo cuya frecuencia aumenta en estas épocas. Aquí, sin juzgar el extremo del que provienen, se publicarán experiencias hasta el primer sábado de enero de 2020. Arrancamos con uno de los santos más importantes de la Iglesia católica. Espere grandes sorpresas, siempre agradables, siempre compartidas por otras lectoras. Difícil selección que ha valido la pena. Comparta sus historias a [email protected] y disfrute el goce de la doble vía.
1. El vasco más ilustre. Desde pequeña me ha encantado todo lo vasco, mi papá nació en Bilbao y es muy vasco, en carácter y físico, pero sigue muy poco las tradiciones. En cambio, yo soy ‘ajonjolí de todos los moles’ de la comunidad vasca en México. Por lo mismo tenía muchas ganas de ir a Loiola, donde está la casa de San Ignacio. A pesar de las maravillas que me habían platicado, nunca me imaginé la intensidad espiritual del lugar. Desde esa Navidad que no falto nunca a misa cada domingo y ya va para 15 años. He regresado dos veces a ver el cuarto donde ocurrió su transformación. ¡Sinestezina!
2. Ya un lustro. Nunca imaginé que unas vacaciones me transformaran tanto. En realidad, solo buscaba un retiro espiritual de fin de año cerca de Querétaro, soy una mujer que se refugia en esas actividades cuando está en crisis romántica. Me pareció atractiva la idea de ir a los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Nunca había sido muy católica, pero me llamó la atención. ¡Que transformación la de mi vida! Ahora que cumplo 30, veo esa Navidad de mis 25 como un parteaguas.
3. Via delli Astalli 16. Siguiendo los pasos del santo que desde niña me ha guiado, llegué a donde están sus restos. Roma, iglesia de Gesú. Nuca olvidaré ese espacio lleno de mármol donde decidí mi conversión a monja un 24 de diciembre.