El ritmo cotidiano en la vida económica, política y social exige un continuo aprendizaje de las personas
Paris Gómez
En la era de la información, las tendencias globales de mayor vanguardia en el ámbito educativo están orientadas al desarrollo de saberes en los estudiantes. Paulatinamente se han ido abandonando las prácticas pedagógicas basadas en la transferencia de información. En este contexto, los jóvenes, enfrentados a un mar de posibilidades, buscarán la cristalización de sus sueños y metas, a través de dos aspectos. Por un lado, la aplicación del conocimiento, que les fortalece como seres que toman postura, conocen y hacen. Por el otro, la difusión de los dominios disciplinares con la intención de impactar a públicos amplios, poniendo la sabiduría al servicio de los demás. Lo anterior demanda de las instituciones educativas un profundo cambio de perspectiva; una nueva oferta basada en modelos integrales, holísticos y flexibles.
Formar a nuestros jóvenes en el marco del desarrollo de saberes, además de robustecer su perfil de cara a su incorporación al mundo productivo, siembra en ellos la semilla de la autogestión. Dicho lo anterior, las competencias desarrolladas y la actualización disciplinar permanente se convierten en un tema central a la luz de la pérdida de vigencia de las nociones generalmente aceptadas.
La formación académica en la generación actual ha comenzado su tránsito de una etapa en la que la obtención de un grado de profesional era el puerto de llegada al desarrollo constante de habilidades. El ritmo de cambio en la cotidianeidad social, política y económica demanda de las personas un estado permanente de aprendizaje, que no solo brinde nuevas herramientas para nuevos desafíos, sino que además entrañe una experiencia retadora y memorable.
La filosofía educativa con el mayor potencial transformador recoge estímulos de un entorno dinámico, identifica las áreas potenciales y desarrolla en sus estudiantes saberes que les empoderan para enfrentar retos desafiantes.
En ella, las personas en formación no solo eligen rutas sino, sobre todo, eligen faros. Permitiendo el encuentro de las personas con los modelos óptimos, los alcances de la educación estarán teniendo un momento inédito en términos de la creación de un bienestar común, cada vez más necesario.