El FMI realizó un llamado para que el consumo se convierta en el motor de América Latina y el Caribe
Miguel Andrés Rodríguez
Los recientes estallidos sociales y políticos en Ecuador, Perú, Chile y Bolivia han puesto a pensar a muchos en una crisis económica regional, más aun cuando en un informe publicado a finales de octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) reveló que el crecimiento de la economía de América Latina y el Caribe se desaceleró y alcanzará solo 0.2 por ciento este año.
No es para menos. Nada más alarmante que ver la productividad de un país detenida por cuenta de un descontento generalizado, materializado en protestas, saqueos, bloqueos y hasta muertes; alimentadas por las falencias estructurales en temas tan sensibles como la salud, el empleo, la desigualdad, la educación y el acceso a la riqueza. Es como si la gente por fin se hubiera cansado e indignado por tener que soportar por años el abuso desmedido de los Gobiernos.
Sin embargo, me llamó mucho la atención un dato del informe del organismo internacional: El FMI hizo un llamado para que el consumo se convierta en el motor de la región.
Ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver esto con emprender? Yo creo que mucho. En primer lugar, siempre he creído que el mejor escenario para las grandes ideas es el caos, las dificultades. Para que exista orden, primero tuvo que haber desorden. Es precisamente en este escenario que los jóvenes de América Latina, los innovadores, deberían actuar. Lo que está ocurriendo en la región es muestra de un descontento por la falta de oportunidades, pero también es una oportunidad para crear, para abrir nuevos negocios, para cambiar las reglas que nos han impuesto y motivar nuevas políticas económicas que impulsen las industrias creativas, digitales, culturales y tecnológicas.
Tal vez estemos viendo un escenario políticamente convulsionado, pero también podemos estar ante un momento único para cambiar los viejos paradigmas y aprender a emprender desde la adversidad.