El quinto partido es un estigma que tiene la Selección Nacional cuando hablamos de Mundiales
12 Noviembre 2019
Fernando Cásarez
Desde 1994, Bulgaria, Alemania, Estados Unidos, Argentina dos veces, Holanda y Brasil acabaron con el sueño mexicano en octavos de final.
Estar entre los ocho mejores en un Mundial mayor solo fue alcanzado en casa en 1970 y 1986. Sin embargo, la selección pequeña, esa libre de muchas de las problemáticas del futbol profesional, la sub-17, sí que da resultados y una vez más jugará no solo un quinto, sino un sexto y un séptimo partido.
Ya había mencionado que la sub-17 es la que sí gana, una vez más me remito a los números, incluyendo el Mundial actual en Brasil, México ha superado la primera ronda en las últimas nueve apariciones en la categoría, con títulos en 2005 y 2011, una final en 2013 y un cuarto lugar en 2015 y ahora nuevamente se estará entre los cuatro mejores. El trabajo en las inferiores es fundamental. Desde 1999, mucho antes de ‘Chucho’ Ramírez, siempre se avanza en el sub-17, donde las cosas son diferentes, los jugadores no tienen los vicios del profesionalismo y México ya está consolidado por el buen trabajo, pero además esto se complementa con una mentalidad diferente, que sí cree que se puede, que no se topa con una pared en octavos, que confirma cada edición que México es una potencia en esa categoría.
Un cabezazo de Ali Ávila puso a México en semifinales, y aunque la primera ronda no fue brillante, ante Paraguay solo se empató, frente a Italia se mereció más y se perdió. Lo de las Islas Salomón fue un entrenamiento, que, gracias a él y el formato, México avanzó tercero, pero en la eliminación directa ha salido la personalidad y la contundencia del equipo, superando a Japón y Corea, y manteniendo un buen trabajo en defensa, al solo conceder dos goles frente a Italia.
Este Mundial debía jugarse en Perú, como aquel de 2005. Al final, la sede se mantuvo en Sudamérica, e igual que hace 14 años, México tiene una cita en semis ante Holanda; aquella vez fue 4-0. Los neerlandeses son otro equipo que avanzó gracias al formato, tras perder sus dos primeros partidos fueron contundentes ante Estados Unidos, Nigeria y Paraguay. La Oranje sub-17 nunca ha jugado una final; México por otro lado busca seguir siendo potencia llegando a su cuarta final en 14 años.