Todos recordamos la imagen que hizo evidente el total desconocimiento de Donald Trump de los electores de ascendencia hispana
Ross Douthat
Todos recordamos la imagen que hizo evidente el total desconocimiento de Donald Trump de los electores de ascendencia hispana: una fotografía tomada en mayo de 2016, en la que aparece con una sonrisa boba frente a un platillo con un tazón hecho de tortillas; al lado, el tuit infame:
“¡Feliz #CincodeMayo! Los mejores taco bowls se sirven en el Trump Tower Grill. ¡Amo a los hispanos!”.
Ese tuit de Trump recibió respuestas llenas de desprecio, muy merecidas, de casi todos mis colegas. En cambio, solo unos cuantos conservadores criticones detectaron algo inusual cuando Elizabeth Warren, quien quizá encabece la contienda para la nominación demócrata, comenzó a utilizar en sus actividades de vinculación con los electores hispanos el término “latinx” (eso sí, recibió unas cuantas críticas después del primer debate demócrata por pronunciar esa palabra como “latin-X”).
Sin embargo, si bien la osadía lingüística de Warren les pareció normal a los periodistas (en nuestro mundo, cada vez es más común oír hablar de “latinx”), todavía es extraño que un político utilice esa palabra durante sus eventos de difusión.
Hay muy pocas pruebas de que un número considerable de hispanos o latinos se identifiquen como “latinx”, al menos en las proporciones que por lo regular definen el discurso de los candidatos políticos.
“Aunque el término latinx es cada vez más común en las redes sociales y los artículos académicos”, señaló una publicación reciente en la sección “palabras que tenemos en la mira” de Merriam-Webster, “no se sabe a ciencia cierta si llegará a ser de uso generalizado”.
Por si fuera poco, la semana pasada un entrevistador progresista analizó las estadísticas y descubrió que su uso no se ha extendido en absoluto:
“Con todo y que los académicos y los influentes culturales utilizan la palabra, el 98 por ciento de los latinos prefiere otros términos para referirse a su grupo étnico. Solo un dos por ciento de los participantes en la encuesta respondieron que esa etiqueta los describe de manera precisa, por lo que es el descriptor étnico menos popular entre los latinos”.
Más allá de ser una novedad, existen razones obvias que explican su impresionante falta de popularidad: al hablar, “latinx” no suena normal en inglés ni en una conversación en español. Además, parece justo lo que es: una palabra diseñada con propósitos ideológicos y no para mejorar la lengua.